Alberto Alonso Criollo
“Las Mañaneras” se han convertido ya en un poderoso recurso de concientización de la población y de propaganda política que todos los días suma activos a la causa del Presidente. Es un ejercicio de rendición de cuentas cotidiano y de gobierno de frente a la nación sin paralelo en la historia del país o del mundo.
Es el escenario máximo de las dos variables centrales señaladas por Roberth Dalh, la participación ciudadana y el debate público del modelo poliárquico o democrático.
Sin ambages: los conservadores no acaban de comprender el fenómeno político que se está desplegando en el país y, afortunadamente, están errando en la estrategia anti López Obrador. Se desgarran las vestiduras y acusan de autoritarismo en el proyecto de transformación del país y ni siquiera se dan cuenta que, si fuera el caso, esos gritos no se permiten en sistemas autoritarios. Al afirmar; niegan su propia argumentación.
Entre más vociferen peor les va a ir. Y es que esos grupos piensan que las inercias del viejo modelo de matriz comunicacional que fue determinante en la longevidad del Sistema de dominio neoliberal siguen funcionando a todo su poder. Y esto definitivamente no es así.
Andrés Manuel ha logrado ya importantes avances en la desestructuración de ese sistema. En ese sentido la “Mañanera” es una continuación de la estrategia exitosa desde los tiempos de campaña.
La evolución social y tecnológica por supuesto que ha hecho un gran papel.
La nueva matriz comunicacional policéntrica se está conformando en detrimento del antiguo monopolio de los medios tradicionales, impresos y de la televisión convencional que en la contraparte atestigua la ampliación del espacio ciudadano, cada vez más amplio en los recursos del Internet.
Ya no es la participación ciudadana reducida a procesos electorales sino empujando decisiones públicas.
Y conste que el fenómeno está en crecimiento. Las grandes batallas en el espacio de las redes, alrededor de las posturas en torno de la mañanera, tiene todos los días a millones de personas situándose en la defensa de su presidente con acciones reales que perturban a los que inventan los argumentos más inverosímiles para atacar las posiciones de Andrés Manuel. Los críticos no quieren que se les critique.
Sin duda que el virtuoso proyecto de transformación del país, como todo proyecto humano, también tiene debilidades. Andrés Manuel, sin ninguna duda, representa la gran fortaleza porque con su extraordinaria capacidad de trabajo y la gran lucidez para entender la dimensión histórica de los grandes problemas nacionales, sigue todos los días desvelando las grandes contradicciones del sistema de dominio y confrontando a sus apologistas.
Tal vez el gran problema es que estamos viendo al líder del proyecto de cambio en gran medida solamente apoyado por su equipo de trabajo y por millones de ciudadanos que no están plenamente organizados pero que ayudan espontáneamente, en el debate nacional. Es una enorme energía colectiva que debía canalizarse hacia el triunfo definitivo del proyecto de transformación y que la maquinaria del partido Morena está ignorando. ¿Y tú qué opinas?