La única carnicería de San José Piedras Negras no siempre está surtida. Los dueños prefieren llevar la carne de los animales que matan a los poblados donde saben que la gente sí cuenta con dinero para pagarla, un lujo que los más de mil habitantes de esta comunidad zapoteca, enclavada en la Costa de Oaxaca, pocas veces se pueden dar.
Perteneciente al municipio de Santo Domingo de Morelos, Piedras Negras se localiza a hora y media de Puerto Escondido, lugar famoso por sus playas y desarrollo turístico. Aquí la vida no podría ser más diferente, ya que, según las mediciones oficiales, se ubica en el más alto rango de marginación.
Para llegar a esta comunidad habitada en su mayoría por mujeres, niños y ancianos es necesario tomar una desviación en la ruta que va de Puerto Escondido a San Pedro Pochutla. Justo en medio hay un camino de terracería que tras 30 minutos de recorrido desemboca en un pequeño poblado de suelo pedregoso, cuyos habitantes recorren casi siempre descalzos.
Aunque la vida en Piedras Negras nunca ha sido de opulencia, el 31 de diciembre de 2018 recibió un golpe de muerte: con los cambios emprendidos por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y la transformación de la Sedesol en Secretaría de Bienestar, la comunidad dejó de percibir los apoyos que le llegaban a través del programa federal Prospera.
Piedras Negras, perteneciente al municipio de Santo Domingo de Morelos, se ubica en el más alto rango de marginación, de acuerdo con estadísticas oficiales.
Se trataba de la principal fuente de ingresos de 90.7% de los mil 135 habitantes, ya que hasta 2015 en Piedras Negras eran 197 los hogares que subsistían de ese apoyo, según datos del Sistema de Focalización de Desarrollo (Sifode).
“Cuando entró el señor Andrés dijeron que ya no iba a llegar el apoyo”.
La que habla es Raquel José Rafael, de 21 años, originaria de Piedras Negras y quien mantenía su hogar con los 905 pesos que recibía bimestralmente como beneficiaria de Prospera. Aunque le gustaría tener un empleo estable, no puede buscarlo, porque su madre depende de ella debido a que padece epilepsia.
La joven piensa que es “una injusticia” que los apoyos ahora se limiten a las personas de “75 y más” y a mujeres con hijos inscritos en la escuela, pues ni ella ni su madre aplican para esas ayudas.
A sus 21 años, Raquel es la responsable de mantener su hogar y a su madre que padece epilepsia. Pocas veces rexibe ingresos económicos.
Nacido en la administración priista de Carlos Salinas de Gortari como Solidaridad, el programa Prospera mutó en los gobiernos panistas con los nombres de Progresa y Oportunidades, hasta alcanzar su nombre final con Enrique Peña Nieto. El programa tenía como población objetivo a jefas de familia y a niños, mediante cuatro componentes: salud, educación, alimentación e inclusión productiva, que buscaban articular estos apoyos en un mismo hogar bajo un esquema en el que los beneficiarios debían cumplir ciertas reglas para acceder a ellos.
Calificado como una estrategia clientelar que no cumplía con su cometido, el gobierno de López Obrador decidió que a partir de 2019 Prospera se limitaría a un programa de becas para niños de educación básica, quienes sólo necesitan estar inscritos para recibir los recursos. En niveles superiores se trabajaría con otros esquemas de apoyo, como las becas Benito Juárez y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro
El problema para los habitantes de Piedras Negras, como Raquel, es que seguir estudiando es un privilegio y entrar al nuevo sistema de becas es muy lejano. Aquí no hay bachillerato. Quienes desean cursarlo tienen que trasladarse a otros pueblos, la escuela más cercana es el Telebachillerato Comunitario N° 11 Los Horcones, en el municipio de Calendaria Loxicha. Para llegar se debe caminar una hora, siempre que no sea temporada de lluvia, pues el camino atraviesa un río que desborda con las lluvias.
Niños, mujeres y ancianos, principalmente, integran la población de esta localidad.
Por esas razones, para los jóvenes estudiar y recibir los apoyos parece muy lejano. Actualmente, sólo dos están registrados en el programa de apoyo a telebachillerato comunitario en el padrón único de beneficiarios del gobierno de Oaxaca. En la comunidad nueve de cada 10 habitantes de más de 15 años no terminaron la educación básica.
Como la escuela no es una opción, la rutina de Raquel es sólo trabajo: despertar. Cocer el nixtamal. Preparar tortillas. Cocinar. Cuidar a su mamá. Y esperar a que alguien necesite de su apoyo para recibir algo de dinero para comer. Como eso pasa pocas veces, su dieta diaria se compone de caldo de chepil o hierba mora, plantas usualmente cocinadas en tamales o en una olla con bicarbonato y que apenas sirven para paliar la desnutrición que padece. Además de estas carencias, Raquel se enfrenta a la tristeza. Dice que a través de las redes sociales ha recibido burlas por su apariencia física. Se ve a sí misma como una persona sin amigos y prefiere no salir de casa.
Como en Piedras Negras nunca han tenido doctor y la infraestructura de salud consiste en un dispensario que apenas cuenta con sillas, camas y ventiladores de techo, fue hasta que una brigada de médicos visitó su comunidad que Raquel se enteró de que padece depresión y que tenía que recibir apoyo sicológico, algo inexistente en este poblado.
“No me gusta ir con los doctores, a veces, cuando me dan medicamentos llego a tomar de más, porque me dicen de cosas y tomo bastantes para no estar acá”, confiesa Raquel.
Gracias a los médicos de Adventures in Life Ministry, quienes visitan su comunidad cada año, Raquel ha comenzado a tener acceso a la salud de nueva cuenta, porque cuando dejó de ser beneficiaria de Prospera también perdió la posibilidad de ser atendida en el hospital de San Pedro Pochutla, a casi una hora de distancia en automóvil. Esta fundación, que desde hace 10 años visita comunidades de Oaxaca como Piedras Negras, actualmente se encarga de acercarles un programa de apoyo médico, dental y, en ocasiones, oftalmológico.
Desde 2017, Raquel José Rafael es parte fundamental de las visitas que estas caravanas médicas realizan a su comunidad para la prevención de enfermedades y que pretenden llegar a zonas marginadas del país donde los servicios básicos son limitados o inexistentes. Ella traduce al español la variante de zapoteco que se habla en Piedras Negras.
Durante las largas jornadas, Raquel se muestra atenta. Ayuda a todo aquel que necesita comunicarse, recibe fichas médicas, llama a los pacientes, ayuda a quienes no puedan andar por su cuenta. Tiene vocación de servir.
Al ser un programa sin fines de lucro, Raquel no recibe ningún salario: “Si ellos tienen, me dan algo y si no, pues ni modo, los apoyo de corazón”, platica.
Aunque le fue negado el acceso a la educación, a vivienda digna y a servicios básicos, Raquel está convencida de que debe existir una forma de salir adelante. Dice que quisiera ser arquitecta, para construirle una casa a su mamá.
El proyecto Jóvenes Construyendo el Futuro podría ser una de las opciones de Raquel para poder acceder a los apoyos gubernamentales que entrega la Cuarta Transformación, pero en Piedras Negras no existen lugares donde pueda aprender un oficio. Es por eso que Raquel no se hace ilusiones. “Son sueños nada más y los sueños no se hacen realidad”, dice la joven.
El Universal