El Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó este martes, por quinta vez en los últimos 12 meses, sus expectativas de crecimiento económico para México ante un panorama permeado por una debilidad en la inversión.
FMI estimó que el PIB crecerá 0.9 por ciento en 2019, comparado con el 1.6 por ciento que pronosticó en abril pasado, y desde el 2.0 por ciento que estimó en 2018.
Para el 2020 dejó su pronóstico en 1.9 por ciento, tal como lo ubicó en sus Perspectivas Económicas de abril pasado.
En su reporte de Actualización de las Perspectivas Económicas Mundiales de julio, el organismo atribuyó su ajuste a la baja en el estimado del crecimiento de la economía mexicana a la débil inversión que continúa ante la caída de la confianza y el riesgo de que aumente el costo de la deuda producto de la rebaja en la calificación soberana.
“La inversión sigue siendo débil y el consumo privado se ha desacelerado, como resultado de la incertidumbre en torno a las políticas, el deterioro de la confianza y el aumento de los costos de endeudamiento, que podrían seguir aumentando tras la reciente rebaja de la calificación soberana”, expone en el informe presentado desde Santiago, Chile.
En general, el organismo recortó los estimados para el crecimiento de la economía global a 3.2 por ciento en 2019 y 3.5 por ciento en 2020, 0.1 punto menos de lo previsto en abril pasado para cada año. Para América Latina el ajuste fue más considerable, a 0.6 por ciento en 2019 desde el 1.4 por ciento que estimaba en abril y una aceleración para el 2020 con una tasa de crecimiento de 2.3 por ciento.
“La considerable revisión a la baja para 2019 en la región refleja las rebajas de las calificaciones crediticias de Brasil y México”, explica en el informe.
Para México fue la quinta baja al hilo en los pronósticos de crecimiento económico, desde el 3.0 por ciento que llegó a estimar en enero y abril de 2018.
Los riesgos se inclinan a la baja
El FMI advierte en el documento que los riesgos para el pronóstico se inclinan principalmente a la baja e incluyen nuevas tensiones comerciales y en el ámbito de la tecnología que perjudiquen el ánimo y frenen la inversión.
Considera también la vicisitud de un aumento prolongado de la aversión al riesgo tras varios años de tasas de interés bajas y una intensificación de presiones deflacionarias que agraven las dificultades para el servicio de la deuda, restrinjan el margen de la política monetaria para contrarrestar las desaceleraciones y prolonguen más de lo normal los shocks adversos.
En el terreno comercial, el organismo reconoce que Estados Unidos ha incrementado aún más los aranceles sobre ciertas importaciones chinas y China ha respondido elevando los aranceles de un subconjunto de importaciones de Estados Unidos.
Si bien tras la cumbre del G-20 celebrada en junio se evitó una nueva escalada de estas medidas, las cadenas mundiales de suministro de tecnología se vieron amenazadas por la posibilidad de que Estados Unidos imponga sanciones; no se ha disipado la incertidumbre relacionada con el Brexit y las crecientes tensiones geopolíticas han alterado los precios de la energía.
El Financiero