La huella de Toledo en el centro penitenciario psiquiátrico de Oaxaca

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Francisco Toledo, artista plástico, en Oaxaca, julio 2016.

Proceso

Con rostros inexpresivos, casi sin articular palabra, miradas perdidas y movimientos autómatas, así conviven 88 internos del Centro Penitenciario Especializado en Pacientes Psiquiátricos.

Sus trastornos mentales, depresiones e intentos de suicidio han mermado la salud de al menos a 60 internos que emplean su tiempo en gallineros y huertos sustentables impulsados por el artista plástico Francisco Toledo en ese Centro Penitenciario, así como en el área femenil del penal de Tanivet y en la dirección de Ejecución de Medidas para Adolescentes (antes Consejo Tutelar de Menores).

Con almas rotas y abrumados por el remordimiento de haber causado la muerte de algún familiar –muchos están recluidos por el delito de parricidio–, violado a sus propias madres o cometido algún ataque, influidos por los efectos de alguna droga o por perturbación mental, ahora centran su tiempo en el cuidado del huerto y las gallinas.

Con su habitual uniforme color beige o caqui, y una camisola donde sobresale el número que los identifica, unos internos deambulan por el patio, otros elaboran bolsas de plástico casi de manera mecánica, algunos más hacen balones, hay otro que lee y los demás cuidan de las gallinas o las verduras.

Toledo, omnipresente

Hay tierras que parecen no ser fértiles, pero la constancia y la confianza hacen que todo florezca y que las semillas sembradas crezcan gracias a la dedicación, como sucedió en el Penal Femenil de Tanivet y en el Anexo Psiquiátrico, sitios donde el maestro Francisco Toledo, a través de Amigos del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB), inició los proyectos de huertos comunitarios y gallineros.

Aunque Toledo ya no se encuentra físicamente, la semilla que sembró sigue creciendo.

Desde hace varios años, Toledo se preocupó por apoyar en la reinserción social de las personas que se encontraban internas en los centros penitenciarios.

Cotidianamente donaba libros a las bibliotecas de los penales y hace cuatro años comenzó el proyecto de los huertos comunitarios, primero en la Dirección de Ejecución de Medidas para Adolescentes (DEMA) y después en el Penal Femenil de Tanivet. Éste, a petición de las internas, se complementó con un gallinero que inicialmente tuvo 42 aves y recientemente cuenta con 100, de las que diariamente se recolectan entre 45 y 50 huevos, lo que permite a las personas privadas de su libertad generar un recurso económico.

En el caso del gallinero del Anexo Psiquiátrico, tienen 62 aves y diariamente recolectan 45 huevos.

En el huerto se cultivan diversas hortalizas del interés alimenticio de las internas, como jitomate, tomate de cáscara, betabel, cebolla, zanahoria, pepino, lechuga, acelga, cilantro, calabaza y elote, entre otros.

En estos espacios las internas producen abono y biofertilizantes orgánicos para la nutrición saludable de los cultivos; además, el control de plagas y enfermedades lo realizan con técnicas de control biológico, lo cual abona a mejorar la salud de los cultivos y de las mismas internas.

La producción obtenida en este huerto es consumida por las trabajadoras y comercializadas dentro del penal, y algunos excedentes se comercializan en la tienda del IAGO, por temporadas y disponibilidad.

El huerto comunitario cuenta con las facilidades de la Secretaría de Seguridad Púbica y de la Subsecretaría de Prevención y Reinserción Social.

Tiempo atrás, en una visita que realizó al Penal Femenil de Tanivet, Toledo platicó con las mujeres que construyeron el huerto asesoradas por Jorge Narváez Pérez, quien ahora las guiará para que críen gallinas. Una de las internas dijo al artista:

“Ha sido una experiencia muy buena, fue un reto y logro personal, porque era algo desconocido para mí, me siento realizada, la verdad nunca pensamos hacer un huerto, nos llevó un mes terminarlo”.

Los olvidados

El oficial Santos Hernández Jacobo confiesa que “aquí (en el Anexo Psiquiátrico) un refresco salva vidas”, porque a los internos nadie los visita.

Con casi cinco años de servicio en el lugar, añade: “He tenido problemas con ellos, pero los hemos podido resolver. Son pacientes psiquiátricos. Tienen una conducta diferente a los demás. A veces se cortan las venas, el cuello, y entonces hay que canalizarlos de emergencia. Son pacientes diferentes que hay que tratarlos de otra manera. Tienes que hablarles como si fuera tu familia y convencerlos de que no se maten.

“A veces hay que invitarles un refresco, unas galletas por su cumpleaños o cuando están estresados, porque nadie los visita. Al paciente le da un poco de alegría o voluntad para seguir viviendo. Un refresco salva vidas”.

Reconoce que muchos oficiales no duran mucho porque no pueden aguantar en ese sitio, y “a mí ya me reciben con alegría”, dice, contento.

–¿Qué sientes?

–“Se olvida el uniforme, somos personas y nadie está exento de caer en la cárcel. El problema de ellos es mayor, se controlan con medicamentos, porque en sus delirios o mataron cuando estaban drogados o muchos no se acuerdan del delito. La ventaja de este penal es que no hay drogas. Estamos en el mismo barco. Y ellos lo agradecen, te dan un abrazo, bajan el estrés porque no tienen visita”.

Terapia ocupacional

Para el ingeniero Alejandro Martínez Hernández, asesor de gallineros y huertos sustentables en el Anexo Psiquiátrico, el penal femenil de Tanivet y el Consejo Tutelar de Menores, atender huertos y gallineros sirve como parte de la terapia, pero además se les enseña a trabajar la tierra y tener un elemento de máxima calidad, a diferencia de lo convencional que se consume diario.

“En estos huertos hay un manejo agroecológico, abonos orgánicos, entonces, un fruto o verdura va a tener de 10 a 100 veces más minerales que un producto convencional”.

Precisa que en los huertos se hizo un diseño con automatización de riego, un depósito de agua donde echan sus mezclas de biofertilizantes naturales y surten. “Hay fertirrigación de manera orgánica, y Oaxaca se presta para la agricultura porque tenemos una intensidad lumínica importante. El clima nos favorece y no es necesario tener invernadero”, sostiene.

Y para tener una proteína de origen animal se crearon los gallineros. Inicialmente, 70 gallinas especializadas en postura para recoger un huevo cada dos días por gallina daría 35 diarios, más de 100 huevos a la semana.

Pedro, responsable del gallinero, cuenta: “Los míos en sí no pueden realizar un trabajo. Uno de los ejes de la reinserción es el trabajo y la capacitación, con los míos no puede ser al 100%, entonces nosotros lo manejamos como terapia ocupacional. Unos empiezan a realizar bolsas, balones, cuidan gallinas o se dedican a la agricultura”.

Aunque lamentablemente hay etapas en las que no hay los medicamentos que se necesitan para suministrar diariamente a los internos, con esas terapias –apunta– siempre están ocupados.

Los pacientes psiquiátricos, añade, están abandonados. No hay un lugar donde puedan estar, y si llegan al centro penitenciario es porque ya cometieron un delito.

“Aquí llegan conmigo cuando cometen un delito y en centros penitenciarios se detecta que presentan trastorno mental. Los valora la psiquiatra. Los traen agresivos, inestables, los canalizamos al área médica y empezamos el tratamiento y luego a la terapia ocupacional. Compurgan sus medidas de seguridad, y si no viene su familia les queda la calle”.

Lo delicado es que “la familia no quiere hacerse cargo. La familia tiene miedo, no saben cómo manejar un paciente psiquiátrico”, admite.

Y, así, esos pacientes están triplemente presos: en su problema mental, en su libertad y en el abandono de su familia, porque fueron recluidos por homicidios y parricidios, violencia intrafamiliar y violación, confía Evelia Martínez Bautista, encargada del centro penitenciario especializado en pacientes siquiátricos.