La Jornada
El mundo experimenta una ola de protestas que reflejan la necesidad de hacer frente a las nuevas desigualdades, concluye el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en un nuevo informe.
“Está surgiendo una nueva generación de desigualdades en torno a la educación, pero también alrededor de la transformación tecnológica y el cambio climático, dos transformaciones de gran impacto que, de no ser bien gestionadas, podrían provocar un ‘nueva gran divergencia’ en la sociedad no vista desde la Revolución Industrial”, señala el Informe sobre Desarrollo Humano 2019, titulado: Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI.
El texto, publicado este lunes a nivel mundial, expone que el Índice de Desarrollo Humano 2019 (IDH) y el indicativo que lo complementa, el Índice de Desarrollo Humano Ajustado por la Desigualdad 2019, muestran que la distribución desigual de la educación, la salud y los niveles de vida obstaculiza el progreso de los países. Según estas variables, en 2018 se perdió el 20 por ciento del progreso del desarrollo humano debido a las desigualdades.
México se ubica en el lugar 76 de los 189 Estados listados en el IDH, un indicador elaborado por el PNUD que mide el nivel de desarrollo de cada país atendiendo a variables como la esperanza de vida, la educación o el ingreso per cápita. Los valores del informe lanzado este día contemplan información del año pasado.
El IDH está clasificado por niveles: muy alto; alto; medio y bajo. La República Mexicana está clasificada en un índice alto por la media de las entidades que lo conforman. No obstante, el trabajo aclara que, con frecuencia, los promedios ocultan lo que realmente sucede en una sociedad; pese a que pueden resultar útiles para explicar el panorama general, se necesita información mucho más detallada para diseñar políticas capaces de combatir eficazmente la desigualdad.
Al hablar sobre los retos para erradicar la pobreza de ingresos, esta oficina de las Naciones Unidas expuso que actualmente cerca de 600 millones de personas viven con menos de 1.90 dólares al día (36.66 pesos).
Si bien ha habido un considerable progreso en la lucha contra la pobreza en las últimos décadas – la tasa de pobreza extrema de ingresos cayó de 36 por ciento en 1990 a 8.6 por ciento en 2018- la cantidad de personas que viven en la pobreza extrema a nivel mundial es inaceptable alto, y la reducción de esta condición puede que no sea lo suficientemente rápido como para erradicar la pobreza extrema en 2030 como así lo demandan los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Entre 2003 y 2013, decenas de millones de personas salió de la pobreza en América Latina, sin embargo, un gran número sigue siendo vulnerable a caer de nuevo en esta condición. Las iniquidades horizontales tienen efectos dinámicos, por ejemplo, entre 2002 y 2005, el origen étnico redujo la probabilidad de salir de la pobreza en México en 12 puntos porcentuales y aumentó la posibilidad de volver a caer en esta condición por vulnerabilidad en un 10 por ciento.
En el trabajo del PNUD se advierte de una relación entre las desigualdades y los asesinatos así como los conflictos violentos. “Hay mas homicidios en países con mayor desigualdad de ingresos en todas las categorías de desarrollo humano”.
Los resultados de un estudio sobre la guerra contra las drogas en México están en línea con la hipótesis de que la desigualdad de ingresos está asociada con más violencia. Un aumento de 1 punto en el coeficiente de Gini entre 2006 y 2010 se tradujeron en un aumento de más de 10 homicidios relacionados con drogas por cada cien mil habitantes.
“Prevenir la violencia en las primeras etapas del conflicto es sin duda el mejor enfoque para evitar sufrimientos, muertes y otros costos del conflicto violento (…) Cuando la prevención es ineficaz, los acuerdos posteriores al conflicto, que a menudo implican compartir el poder político y también podrían incluir la redistribución económica, ofrecen oportunidades para evitar la recurrencia”, se advierte en la pesquisa.
Sobre los hallazgos del trabajo, el Administrador del PNUD, Achim Steiner advirtió que “diferentes desencadenantes están llevando a la ciudadanía las calles: el coste de un billete de tren, el precio del petróleo, la demanda de libertades políticas, la reivindicación de justicia y equidad… Es el nuevo rostro de la desigualdad y, tal y como afirma el Informe sobre Desarrollo Humano, la desigualdad tiene solución”.
Por ejemplo, en los países con desarrollo humano muy alto las suscripciones a servicios de banda ancha fija están creciendo a un ritmo 15 veces más rápido que en los países con desarrollo humano bajo, y la proporción de la población adulta con estudios superiores también está creciendo a un ritmo más de seis veces superior que en los países de desarrollo humano bajo.
“Aspectos que solían considerarse como ‘deseables’, como ir a la universidad o disponer de internet de banda ancha, son cada vez más importantes para acceder a las oportunidades del mundo actual: quien sólo tiene acceso a lo básico se enfrenta problemas para avanzar y progresar en su futuro”, argumentó Pedro Conceição, director del equipo del PNUD encargado de elaborar el Informe sobre Desarrollo Humano.
Para hacer frente a este tipo de desigualdades, el Informe recomienda adoptar políticas que, sin olvidar las variables económicas, vayan más allá del ingreso; por ejemplo: invertir en la primera infancia y a lo largo de toda la vida o procurar un gasto público y tributación justa.