En América Latina hoy mata el dengue, no el coronavirus

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Forbes

El brote de coronavirus que se originó en China atrae la atención mundial, y la pregunta que todos se hacen es si llegará a América Latina, y cuándo. A pesar de que el virus 2019-nCoV surgió en la ciudad china de Wuhan, a miles de kilómetros del continente americano, ya hubo varias alertas, todas ellas descartadas, en México, Colombia y Argentina, y todavía hay varios casos en observación en Brasil.

Hasta el momento, la letalidad del coronavirus, con más de 17,205 casos y 361 muertes en China, representa en ese país un 2.09 %. Sólo un caso fuera de China, en Filipinas, fue también mortal hasta la fecha. Como comparación, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta enero de 2020, el virus del ébola tiene una tasa de mortalidad que varía entre el 50% y el 88%. El virus de la gripe H1N1 presentó entre 2009 y 2010 un 0.02 % de casos mortales. El MERS registró 2.494 casos en 2012, y un 34.40 % de fallecimientos. En 2013, la gripe aviar (H7N9), tuvo un 39.30 % de muertes entre 1,568 casos.

Sin embargo, el avance del coronavirus en Asia es tan veloz que muchos especulan con que pronto podría llegar a Latinoamérica. Frente a esto, que por ahora es solo un gran temor, otras varias enfermedades infecciosas cobran vidas día a día en la región actualmente, y desde hace décadas. La tuberculosis se mantiene en todo el continente americano con 280,000 casos por año en el siglo XXI. La malaria está volviendo a algunas zonas tropicales, con Venezuela a la cabeza en 2017, según la OMS.

Aumento exponencial del dengue en Latinoamérica
Pero la enfermedad que más preocupa por estos días en América Latina es la fiebre del dengue, que ha alcanzado allí su máximo histórico y ha avanzado exponencialmente en las últimas décadas. Es ahora la dolencia viral transmitida por mosquitos que más rápidamente se propaga por todo el planeta, y tanto la ONU como estudios científicos alertaron sobre los efectos del calentamiento global sobre la misma, ya que este propicia una mayor supervivencia y una proliferación más rápida de los mosquitos del género Aedes, transmisores del dengue.

Los casos confirmados de dengue en América Latina y El Caribe entre 2019 y 2020 llegaron a 3.1 millones. Hubo 1,530 muertes, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). La tasa letal de esa enfermedad fue en 2019 del 0.049 %. Esas cifras son las más altas desde 1980, cuando se registraron 65,523 casos en todo el continente. El segundo año con la mayor cantidad de casos de dengue fue 2015, con 2.4 millones.

Según el director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS, Marcos Espinal, “la región atraviesa un nuevo período epidémico de dengue con un incremento notable de casos”. Ya en el mes de enero de 2020, más de 125,000 personas se enfermaron de dengue, y al menos 27 murieron en toda la región.

Desde América del Norte hasta el Cono Sur
En 2019, México registró 191 decesos por dengue, con 41,505 casos confirmados. En Centroamérica hubo 295 casos mortales, con el mayor foco de la epidemia en Honduras, que sufrió 180 muertes. El ministro de Salud de ese país, Roberto Consenza, dijo en entrevista con la agencia Efe que su país podría enfrentarse a una epidemia de dengue “más grande” que la de 2019. Alarmante es la progresión del dengue en ese territorio, ya que hay un promedio de 1,000 casos sospechosos por semana, 80 de los cuales pertenecen a la variante hemorrágica. La incidencia de ese mal en menores de 15 años en Centroamérica también preocupa. En Guatemala, por ejemplo, un el 52% de los casos graves de dengue se cuenta dentro de ese sector etario, cifra superada por Honduras, donde representa un 66%.

En el Cono Sur, el dengue golpea especialmente a Brasil, donde hubo más de 2.2 millones casos en 2019, frente a 265,934 casos en 2018. Allí también es donde se produjeron en 2019 la mayor cantidad de muertes: 782, de acuerdo con cifras del Ministerio de Salud de Brasil. En Colombia se registraron en 2019 127,553 casos de dengue y 87 víctimas mortales.

En lo que va de 2020, Paraguay y Honduras van a la cabeza de los brotes de dengue. A principios de este año, en Paraguay se vieron afectadas más de 20,000 personas por esa enfermedad. El caso del contagio del presidente de ese país, Maro Abdo Benítez, a quien se le diagnosticó el virus, ocupó los titulares. El 29 de enero pasado, la capital del país, Asunción, declaró emergencia ambiental y sanitaria por 90 días como medida contra la epidemia de dengue. Según la oficina de Vigilancia de la Salud, solo hubo cuatro muertes confirmadas por dengue, pero hay otros 23 fallecimientos que aún se están estudiando. Honduras ya registró más de 3,200 casos.

Bolivia contabilizó 16,193 casos en 2019, y al menos 23 decesos, y comenzó el 2020, según el Ministerio de Salud, con 2,143 contagios y 700,000 casos en espera de confirmación por laboratorio. Argentina, Bolivia y Paraguay impusieron controles más estrictos en las fronteras, junto con Brasil.

El dengue, un reto sanitario en Latinoamérica
El dengue representa un gran desafío para América Latina. El virus es transmitido por los mosquitos, por lo cual las medidas sanitarias más urgentes son las campañas de esclarecimiento entre la población de los distintos países para que se eliminen todos los lugares donde se reproducen esos insectos, en especial los que están dentro y cerca de las viviendas. La OPS resalta que el dengue es “un problema de saneamiento doméstico y comunitario”, y que lo más efectivo para combatirlo es deshacerse de todo tipo de objetos y recipientes “que puedan acumular agua, como bidones, neumáticos usados, latas, botellas y floreros”.

El dengue afecta a bebés, niños pequeños y adultos. Los síntomas más frecuentes son fiebre alta (40º C), dolor de cabeza muy intenso, dolor detrás de los globos oculares y dolores articulares y musculares. Si se presentaran esos síntomas, así como dolor abdominal intenso, vómitos persistentes, respiración acelerada, hemorragias en las mucosas y en el vómito, y fatiga, es preciso acudir con urgencia al médico. El dengue grave es potencialmente mortal, ya que se puede producir una acumulación de líquidos, hemorragias graves y fallas en los órganos. Si bien no hay un tratamiento específico para este mal, la detección temprana, los cuidados médicos y el asesoramiento adecuado del paciente pueden salvar vidas.