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Los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) detectaron cinco casos de lepra en el Istmo de Tehuantepec, dos en el municipio de Juchitán, mientras que otro par se presentó en Asunción Ixtaltepec y uno más en San Blas Atempa. Sin embargo, todos los afectados ya están sometidos a tratamiento..
A pesar de que en México no se considera un problema de salud pública, esta enfermedad milenaria continúa siendo estigmatizada. En el pasado los enfermos eran recluidos en sanatorios (leprosarios), sin embargo, desde hace tiempo resulta innecesario porque existen medicamentos eficaces que permiten que el tratamiento sea ambulatorio.
La Justificación Sanitaria número 2 del Istmo de Tehuantepec detectó estos nuevos casos, aunque no es la primera vez que en esta zona se registre un brote de esta enfermedad infecciosa.
En el 2018 también se identificaron cinco casos que aún continúan bajo tratamiento, de los cuales tres se detectaron en el municipio de Santiago Niltepec, uno en Xadani y otro en Juchitán.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), este padecimiento es producido por un microbio denominado Mycobacterium leprae, que principalmente afecta la piel, los nervios periféricos, y en ocasiones las mucosas y los órganos internos.
La lepra se contagia de persona a persona por un contacto directo y prolongado, calculado en aproximadamente de 3 a 5 años. Se produce entre un enfermo con posibilidad de transmitir la enfermedad (ya que no todos los que padecen lepra eliminan bacilos fuera de su organismo) y una persona sana susceptible. Es decir, debe mediar una predisposición especial para poder enfermar. La mayoría de las personas posee resistencia natural al Mycobacterium leprae.
Es importante que se atienda lo antes posible, de lo contrario provoca discapacidad, debido a que causa lesiones progresivas y permanentes en la piel, en los nervios, las extremidades y en los ojos. La lepra es curable, aunque el tratamiento tarda entre año y medio y dos años.
Del año 2000 al 2019 se han registrado 170 casos en toda la región del Istmo, de los cuales la mayoría se curaron, debido al tratamiento otorgado por las autoridades sanitarias.
El grupo de edad más afectado son las personas de la tercera edad, pues en un 30.7% de los casos los pacientes eran mayores de 65 años, mientras que la menor incidencia se presenta en niños de entre 5 y 14 años.
Desde 2018, las autoridades federales de Salud consideran a la lepra eliminada como un problema de salud pública en México. Sin embargo, los estados en los que aún se registra incidencia son: Guerrero, Oaxaca, Jalisco, Sinaloa y Michoacán.
La lepra afecta a la humanidad desde hace más de 4000 años. En 2009, durante una excavación arqueológica en Rayastán, al noroeste de India, se encontraron los restos óseos de un varón adulto de unos 30 años de edad con muestras de dan indicios de que padeció este mal y no recibió ningún tipo de tratamiento, de acuerdo con las investigaciones científicas el esqueleto fue enterrado entre el 2500 y el 2000 a. C.
Esta enfermedad, tal como se la conoce en la actualidad, nada tiene que ver con la descripción que se hiciera de la misma en diversos pasajes bíblicos, relatos de las Cruzadas o expediciones de la Edad Media. Por tanto, los especialistas resaltan la importancia de derribar el mito que asocia a esta enfermedad con el contagio inmediato y el aislamiento.
Uno de los principales problemas es que los pacientes llegan con la enfermedad muy avanzada porque no tienen un diagnóstico temprano. Algunos no consultan por desconocimiento, pero también a veces pasan dos o tres años sin diagnóstico porque muchos médicos no toman en cuenta que la lepra aún existe.
Los síntomas más evidentes que permiten detectarla son: la aparición de manchas (máculas) en la piel con disminución o pérdida de la sensibilidad, del vello y/o de la transpiración.
Está científicamente demostrado que la lepra no es hereditaria. De una madre y/o padre enfermo nace un hijo sano. La mejor protección que se le debe dar al recién nacido es que el progenitor afectado realice y complete el tratamiento.