Uriel Pérez García
El pasado 24 de agosto dio inicio formalmente el ciclo escolar 2020-2021 en un escenario de excepción, donde lamentablemente se visualizan enormes desigualdades en términos de oportunidades y condiciones en el acceso a los recursos tecnológicos para hacer frente a esta nueva normalidad educativa, que además de compleja no se ve acompañada de acciones uniformes y una adecuada coordinación entre el aparato educativo institucional y la estrategia implementada para no perder por completo la continuidad de las actividades educativas.
Desde esta perspectiva, la complejidad no solamente es evidente en la desigualdad de condiciones para el acceso a los recursos educativos puestos en marcha, sino que también pondrá de relieve los estragos del rezago educativo en nuestro país, un rezago que además se acentuará en el “analfabetismo digital” para poder aprovechar al máximo la modalidad implementada.
Por otra parte, no es menor la posibilidad de la generación de un ambiente de tensión y estrés en familias donde conviven más de dos estudiantes en diversos niveles educativos. Si a esto le sumamos la falta de coordinación y orientación para que los tutores asuman el papel de mentores en las diferentes materias, la labor se torna más difícil, ya que además se reflejarán las disparidades que van desde las diferentes competencias de los padres de familia para acompañar a sus hijos e hijas, hasta las dificultades a las que se enfrentan para llevar el sustento diario.
Con todo esto y sin verse catastróficos, es insoslayable considerar que en el presente ciclo escolar solo podrán tener el mayor aprovechamiento quienes cuentan con mayores recursos y condiciones para acceder a la tecnología y a una tutoría más apropiada, considerando que en algunos casos el trabajo será más apremiante que la resolución de tareas escolares.
Sin embargo, el tiempo que se tendrá que destinar para estudiar con los niños y niñas desde casa debe ser aprovechado para darse la oportunidad de descubrir en ellos diversas aptitudes y cualidades que muchas veces el modelo educativo bajo un modelo de educación formal, deja de lado por pretender encuadrar en un solo arquetipo de enseñanza-evaluación una sola línea disciplinaria.
Desde principios de la década de los 90’s ha adquirido relevancia la propuesta del Dr. Howard Gardner, psicólogo e investigador de la Universidad de Harvard, mejor conocida como la Teoría de las Inteligencias Múltiples, que parte de poner atención en el descubrimiento de distintos potenciales en niños y niñas y que va más allá de las habilidades en las áreas matemáticas y lingüísticas que son a las que mayor énfasis pone el modelo educativo tradicional.
Desde esta perspectiva, es posible desarrollar ocho inteligencias: 1) Inteligencia musical, enfocada a la expresión musical, como cantantes, músicos, compositores; 2) Inteligencia corporal-cinestésica, habilidad de coordinación, destreza, flexibilidad, velocidad, percepción de medidas y volúmenes y la facilidad para transformar elementos, aquí los futuros bailarines, cirujanos, atletas, artesanos; 3) Inteligencia lingüística, redactar historias, leer, aprender idiomas; 4) Inteligencia lógico-matemática, donde se encuentran los ingenieros, analistas, científicos, etc.; 5) Inteligencia espacial, desarrollada por los futuros pilotos, escultores, pintores, arquitectos; 6) Inteligencia interpersonal, con una mejor capacidad para interacturar con las demás personas convirtiéndose en docentes, actores, políticos, empresarios; 7) Inteligencia intrapersonal, con la capacidad de construir una percepción precisa de sí mismo y de organizar su propia vida como los filósofos, psicólogos, teólogos; 8) Inteligencia naturalista, con mayor habilidad en observación, experimentación y estudio de animales y plantas.
En este sentido, es fundamental que se tomen iniciativas alternas, ya que la complejidad de la modalidad educativa actual no traerá otros resultados más allá de bajas calificaciones y estrés compartido entre tutores y alumnos, cuando al fin y al cabo, una calificación siempre tiende a ser más subjetiva, por tanto será mejor que se maximice la oportunidad para el descubrimiento de potencialidades en los niños y niñas y enfocar los esfuerzos a desarrollar esas habilidades. De cualquier forma, una nueva realidad nos ha alcanzado y desafortunadamente nos tomó con una gran brecha tecnológica e institucional que pone sobre la mesa la vigencia y operatividad del actual sistema educativo.