Ernesto Reyes
Flacucha, la oposición mexicana.
Los temas que convergen por estos días, nos obligan a discriminar los que, a mi entender, condensan las preocupaciones actuales. A nivel local, el tema ambiental con la caída de dos veteranos árboles en el zócalo citadino y la inminente venta de una porción de terreno municipal, en el cerro del Crestón, evoca la ausencia de Francisco Toledo y la defensa, que encabezaba, del patrimonio natural y cultural de Oaxaca. Hoy, la fundación Alfredo Harp ya sustituyó por otra variedad, uno de los ejemplares perdidos. Hay personas bien nacidas que, espero, no permitan este enésimo atentado al patrimonio de las y los oaxaqueños, en la parte alta de la ciudad.
El debate actual está centrado en torno a las resistencias al impacto de las políticas públicas de la Cuarta Transformación. En los sectores acomodados, minorías muy conservadoras y mezquinas, se materializan afanes golpistas protagonizados por remedos de liderazgos que no superan la prueba de honestidad valiente que caracteriza un verdadero líder opositor.
Unos marchando e instalando casas de campaña vacías; otros, firmando desplegados donde se quejan de una supuesta deriva autoritaria, así como de agresiones al derecho a la libre expresión y manifestación de las ideas, sin aportar evidencias. Dueños de una voz pública que le permiten los dueños de los consorcios masivos de comunicación, los “telectuales”, dijo alguna vez Rafael Barajas, no son figuras éticas en la medida que defienden intereses y manejan, casi siempre una agenda oculta.
La resistencia a los cambios, los está llevando a un paroxismo impensable, como sucede, ahora mismo, con el plantón de las huestes del foxista Gilberto Lozano, quien en sus desvaríos sueña con que el presidente López Obrador dimita. Este tipejo insultativo, busca provocar una arremetida policial para tener argumentos de que se reprime a los opositores. El viejo libreto del supuesto Estado fallido, en crisis y una “rebelión” popular que solo existe en sus acaloradas mentes. A ver si la OEA les compra la idea para invocar la Carta Democrática contra México como ocurrió en Venezuela. Este es el punto en que convergerían los telectuales con los lozanistas, los felipistas y aliados del PAN y México Libre.
Los telectuales, liderados por los jefes de los grupos Nexos y Letras Libres, acusan de antidemocrático al mandatario, y poco falta, que lo señalen de ilegítimo o usurpador. Vale saber, si nos atenemos a las encuestas más recientes que, si se repitieran las elecciones de hace dos años, con los mismos candidatos presidenciales, López Obrador les dejaría tendidos con un 59% de votos.
La medición realizada por Parametría previene, además, lo que pasaría si hubiera una consulta sobre (la revocación de) el mandato del presidente. En cuanto a las elecciones intermedias del próximo año, en preferencia efectiva, Morena lideraría nuevamente el Congreso, aunque en menor proporción con el 43 por ciento de sufragios. Dichos números se verían beneficiados por los resultados de las 15 elecciones locales.
A la preocupación por el fortalecimiento de la figura presidencial, aún en tiempos de crisis económica y pandemia, puede deberse la encendida proclama de los “abajo firmantes”, quienes de inmediato fueron replicados por 40 mil ciudadanos y ciudadanas que les dijeron sus verdades.
A quienes demandan acallar la voz presidencial y restaurar el monólogo y la verdad única que imperó hasta hace dos años -donde ellos aparecían como los amos y señores del pensamiento, el análisis y la crítica- hago mía la aseveración de que nadie ha sido presionado al silencio por el Ejecutivo, ni mucho menos perseguido o lastimado.
Si se les enfrenta desde la conferencia mañanera, no son menores los espacios de que disponen entre medios de comunicación que, dándoles voz, le cobran al Ejecutivo la reducción del presupuesto publicitario. Este viernes se difundió un análisis de contenido, entre columnistas y analistas de siete periódicos nacionales, concluyendo que cerca del 70 por ciento escriben contra el gobierno sin cortapisas, ni censura oficial.
En el fondo de esta campaña, cuyas imágenes buscan formar una realidad para confundir, está su desesperación por estarse quedando sin argumentos y figuras creíbles, por parte de gente acomodada que está perdiendo privilegios y que no tiene punto de arribo hacia un puerto cada vez más oscuro y lejano. Una oposición flaca, ojerosa, cansada y sin ilusiones, como dice la canción.