Quiere Pelosi quitar a Trump control de códigos nucleares

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La Jornada

Cuando la persona que está en el tercer puesto en la lista de sucesión presidencial llama al Pentágono para hacer consultas con el Estado Mayor sobre cómo prevenir que el comandante en jefe use de manera irresponsable los códigos nucleares para lanzar una guerra, y al mismo tiempo anuncia un proceso para destituir al presidente lo antes posible –aunque sólo faltan 12 días en su mandato–, el país más poderoso del mundo no puede estar en muy buenas condiciones.

La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, informó que si el presidente se rehúsa a renunciar de inmediato por su papel en la toma violenta del Capitolio, lo que calificó de “asalto horrendo sobre nuestra democracia”, la cámara procederá a formular cargos para el impeachment de Donald Trump.

Acusó al presidente de “actos sediciosos y peligrosos” e invitó a sus colegas republicanos a llamar por la renuncia inmediata de Trump. Según fuentes, estos cargos, llamados artículos de impeachment, se podrían presentar ante la Cámara baja tan pronto como este lunes. Cada vez hay más apoyo entre legisladores demócratas a esta acción y algunos republicanos han indicado que se sumarían a la iniciativa. Trump enfrentó un primer proceso de destitución hace justo un año.

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Por otro lado, Pelosi informó que habló personalmente con el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor, sobre cómo “prevenir que un presidente inestable inicie hostilidades militares o que tenga acceso a los códigos de lanzamiento” de armas nucleares.

Pero algunos oficiales militares mostraron su irritación por haber sido colocados en medio de un conflicto político que corresponde al gabinete y al Congreso. Argumentaron que aunque pueden rehusarse a cumplir órdenes ilegales, están obligados a seguir los mandatos del comandante en jefe, y que si de alguna manera expulsan al presidente de la cadena de mando, eso sería nada menos que un golpe militar, reportó The New York Times.

El líder de la minoría republicana de la cámara, Kevin McCarthy, argumentó, junto con otros, que “llevar al impeachment al presidente con sólo 12 días más de su mandato sólo dividiría aún más a nuestro país”. No reconoció que fueron más de 100 de sus colegas, con su bendición, quienes colaboraron con el presidente para intentar descarrilar la certificación de los resultados del Colegio Electoral y que eso fue el motivo del asalto del Capitolio.

Pero por la falta de tiempo, observadores dudan que prospere el intento de destitución, el cual incluye la formulación de los cargos en la Cámara baja y después un juicio político sobre ellos en el Senado. Pero para otros el ejercicio vale la pena como proceso para enjuiciar, aunque sea sólo simbólicamente, a Trump.

Aunque el presidente electo Joe Biden aún no ha expresado apoyo a las iniciativas para destituir al presidente, por tercer día condenó el comportamiento de Trump esta semana, declarando que superó “sus peores nociones sobre él” y aseguró que ha sido “una vergüenza para el país”.

Hasta ahora, unas 13 personas han sido arrestadas con cargos penales federales en varias partes del país, informó la Oficina Federal de Investigaciones y advirtió que “estamos lejos de acabar”. Entre los arrestados por las autoridades federales está un hombre de Arkansas que ingresó a la oficina de Pelosi, un diputado estatal de Virginia Occidental, un hombre de Alabama por posesión ilegal de armas y en cuyo automóvil había cocteles molotov y otro de Maryland por portar armas y municiones en el Capitolio. Otros 40 –y tal vez hasta 80– han sido acusados por delitos menores.

Cientos de agentes y fiscales han sido asignados a la investigación de los participantes e instigadores y se reiteró que no se puede descartar contemplar cargos contra el presidente y algunos de sus aliados en este caso. Como es el caso en el mundo contemporáneo, casi todo fue videograbado, entre las cámaras de seguridad, los medios y los propios manifestantes que se fascinaron con registrar sus actividades e ingreso ilegal al Capitolio y después “subieron” eso a las redes sociales. Más aún, ya que muchos ultraderechistas y seguidores de Trump se niegan a usar cubrebocas durante la pandemia en rechazo a las recomendaciones oficiales y para mostrar “su libertad”, los rostros de casi todos son fáciles de identificar.

Un policía del Capitolio, Brian Sicknick, murió en la madrugada por heridas recibidas durante la invasión al Capitolio, elevando a cinco el número de muertos en los incidentes instigados por Trump y sus aliados el miércoles.

La recta final de Trump
No sorprendió a nadie que Trump anunciara por Twitter que no asistirá a su despedida, o sea, la ceremonia de inauguración de su sucesor el próximo 20 de enero.

Biden comentó que esa decisión es la primera con la que está de acuerdo con el presidente y la calificó de una noticia “buena”. Será la primera vez que un presidente saliente no participe en la ceremonia de sucesión desde 1869, según historiadores. Biden invitó al vicepresidente Mike Pence, quien parece que rompió su relación con su jefe el miércoles.

Y ése fue uno de los últimos tuits de Trump para siempre. Esta noche Twitter suspendió de manera permanente la cuenta del presidente, justificando la acción por el riesgo de “más instigaciones a la violencia” por ese usuario.

Lo que se perdió entre las noticias que hicieron temblar a la cúpula política del país el miércoles es que ese mismo día Estados Unidos registró el número más elevado de muertos por Covid-19 desde que comenzó la pandemia, con más de 4 mil decesos.

Biden, quien en parte ganó la elección por la reprobación del manejo de la pandemia por el magnate, declaró hoy que la conducción de la respuesta a la crisis de salud de Trump ha sido “una farsa”.

Su equipo anunció que está proponiendo liberar casi todas las vacunas disponibles para acelerar el proceso de inmunización, aunque esto detonó un debate entre expertos sobre si eso pone en peligro la capacidad de aplicar las dos dosis requeridas para cada paciente. Algunos señalan que el problema no es de distribución, sino de capacidad para emplear la vacuna ya disponible. Según cifras oficiales, el gobierno ha administrado menos de 30 por ciento de las dosis ya distribuidas a los estados.

A la vez, Biden prometió presentar un ambicioso plan de más de un billón de dólares en estímulos económicos y asistencia directa a las familias que enfrentan consecuencias devastadoras de la crisis económica detonada por el manejo de la pandemia.

Mientras tanto, todo el mundo está intentando adivinar cómo concluirá la presidencia más corrupta, mentirosa y peligrosa en la historia moderna de Estados Unidos. Algunos dicen que no será fácil dormir hasta el 20 de enero.