Estudiantes de primaria de Santiago Quiavijolo regresan a clases; es la primera en Oaxaca

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Aristegui

Organizados y aplicando todos los protocolos de sanidad, 110 estudiantes de origen zapoteca de la primaria “Gustavo Díaz Ordaz” en Santiago Quiavijolo, Oaxaca, regresaron a clases.

Oaxaca se encuentra en color verde en el Semáforo Epidemiológico desde el 12 de abril, y aunque esta comunidad, perteneciente al municipio de Quiegolani en el distrito de Yautepec, tampoco han recibido vacunas, las clases presenciales ya reanudaron hace 14 días, el pasado 5 de abril, y desde entonces en las aulas hay murmullos, risas y conocimiento.

Minutos antes de las nueve de la mañana, una fila de niñas y niños de 6 y 12 años de edad uniformados y con cubrebocas espera su turno en el pórtico principal; la decisión de volver a las aulas en pandemia es un acuerdo de los padres de familia, autoridad y profesores; no requirieron la autorización de las autoridades oficiales del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (Ieepo).

Esta escuela rural y marginada ubicada a cinco horas de la capital de Oaxaca es un ejemplo de organización escolar; los padres de familia dan tequio todos los días y vigilan que se cumplan las medidas sanitarias, mientras que los profesores se dedican a impartir su cátedra de forma ordenada e ininterrumpida.

La decisión de volver a las aulas, explica el director y maestro del grupo de sexto grado, Abel Cruz, es porque no implica ningún riesgo, la comunidad, libre de Covid-19 , se protegió con filtros y cuidados sanitarios, por lo que se decidió pertinente regresar a las aulas.

Reunirse de nuevo y encontrarse para tomar clases es un motivo de alegría para los estudiantes, que todos los días portan su uniforme blanco y azul, consultan sus tabletas electrónicas sin olvidar el cubrebocas.

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“Nos sentimos muy contentos de tener clases, de volver a ver a nuestros estudiantes, tanto niñas como niños. En esta comunidad ni siquiera hay telefonía mucho menos canal de televisión, pero sí el internet y eso gracias a un proyecto nacional independiente que llegó a nuestra escuela y el cual permite el crecimiento escolar”.

Las clases se imparten de 09:00 de la mañana a 1:00 de la tarde, los estudiantes tienen un descanso.

En las tardes, los profesores organizan charlas y asesorías para los estudiantes de lento aprendizaje, la intención es que todos caminen parejo educativamente por el desarrollo social de la comunidad.

Rodeado de montañas verdes se distingue esta comunidad indígena donde la escuela primaria “Gustavo Díaz Ordaz” colapsó debido al sismo de 2017. A casi cuatro años renació tras la reconstrucción de sus aulas con recursos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden) y del gobierno municipal.

Tras el terremoto, además del apoyo de las autoridades, también aterrizó un proyecto tecnológico y de infraestructura llamado “Excandaa”, que en nada busca privatizar la educación, al contrario lo ha mejorado con la implementación de tecnologías educativas a lo largo de un año.

Esta institución oaxaqueña y otra más del estado de San Luis Potosí son las que recibieron el beneficio empresarial educativo, que nació hace 20 años en la escuela Varmond School de Morelia, Michoacán, y el cual se aplica desde septiembre de 2019 en esta escuela de origen chontal y zapoteca.

“Excaanda” es un proyecto consiste en cuatro pasos. El alumno identifica, mapea, propone y actúa, con el cual se busca mejorar el aprendizaje y subsanar deficiencias que arrastra desde su etapa de preescolar.

La plataforma consta de ocho retos, cada uno tiene 20 sesiones y estos a su vez se integran de cuatro a cinco actividades, donde los alumnos resuelven interactivos y es calificado por la misma plataforma.

Aunque aceptar este beneficio educativo le costó el desairé de la sección 22 de la CNTE, los profesores están contentos, porque la escuela tiene un nuevo rostro, la mayoría de sus aulas están reconstruidas, tienen nueva infraestructura y el modelo educativo para los 110 estudiantes es eficiente.

Ahora, el nuevo proyecto institucional es fomentar las lenguas originarias: chontal y zapoteco, como una forma de conocer sus orígenes y saberes comunitarios.

También será un reto implementar temas de salud sexual y reproductiva, para que se valoren más socialmente y para reducir la brecha de la desigualdad visible por el machismo, y así implementar la buena democracia y transparencia para una convivencia sana comunitaria.