Reforma
El jueves 21 de febrero de 2019, la Cámara de Senadores rechazó la Guardia Nacional militar que propuso López Obrador. Medio sexenio después, la historia nos trajo a la misma encrucijada, en el mismo lugar y con las mismas senadoras y senadores que hace 3 años evitaron militarizar la Constitución.
Hoy en el Senado se juega nuevamente la democracia misma. Me parte el corazón que los llamados a detener la militarización solo estén basados en la esperanza, porque desde antes de este sexenio, ya nos habían militarizado la existencia. Pero si algo nos ha enseñado Star Wars es que las rebeliones contra el autoritarismo se construyen sobre la esperanza.
En “El Café de la Mañana” del martes, Alejandro Madrazo Lajous explicó que el plan del Ejército es de conquista paciente y bien pensada. Lentamente han ido por la Constitución como objetivo y quien más cerca los ha puesto es el actual Presidente. La Ley de Seguridad Interior de Peña Nieto era una amenaza mucho menor a la de este sexenio y la Suprema Corte la invalidó 329 días después de promulgada. La misma Corte que no resuelve el acuerdo militarista de López Obrador, impugnado hace 811 días. Ministras y ministros que creen que bajo sus togas pueden sustraerse tanto de la realidad como para tardar años sin cumplir con su obligación dentro de la tragedia nacional.
Pero aunque todo parece sombrío o inevitable, es más importante que nunca dejar huellas de dignidad e indignación estos días, como las que se marcaron sobre Paseo de la Reforma, antes, durante y después de la velada por la paz que marchó de la Victoria Alada (el Ángel) al Senado de la República, que horas antes preparó todo para consumar el golpe este jueves. No fue la primera manifestación de este tipo. En 2017, cuando era senador, hasta Mario Delgado salió a buscar la foto con artistas que protestaban contra la ley de Peña Nieto.
Pero la velada del pasado martes fue muy especial.
No solo fue convocada por redes sociales con el viejo y famoso cartel de 2017 que varios políticos de Morena sostuvieron cuando traficaban electoralmente con la causa y la esperanza. La lluvia, el frío, la decoración del Senado por las fiestas patrias y un número mayor de personas que hace cinco años, pintaron la noche del martes una escena inigualable del Presidencialismo Mágico que ha descrito Alma Delia Murillo.
La marcha, las mantas, los altavoces y las consignas llegaron al Senado y se instalaron debajo de su torre de 16 pisos iluminada de rojo vivo, el de la bandera nacional, que representa sangre derramada en confrontaciones bélicas. Esa es la vista principal del Senado en estos días. Como fotografía de la puerta hacia algún infierno de película de fantasía. Y más o menos. En la reja negra que resguarda el recinto, una exposición fotográfica del Ejército mexicano titulada “Más cerca de ti” fue intervenida de inmediato por activistas que encima de una foto pegaron una caricatura política del Presidente y el general secretario con sus chaquetas verde olivo. Otro grafiteó con rojo “ASESINOS”, debajo del “más cerca de ti”. Y más tonos del mismo color comenzaron a surgir de aerosoles, carteles y en una pared blanca interna manchada con pintura, como después de una balacera. La escena ocurría bajo la intensidad de ese color sangre que ilumina la torre donde trabajan las comisiones legislativas que dictaminaron fast track lo que se vota hoy y que llegó apenas hace 8 días al Congreso, el día en el que asesinaron a Heidi. Porque el Presidente quiere poner a desfilar su decreto, el 16 de septiembre, entre tanques y carros blindados.
En un tuit, el antropólogo José Ignacio Lanzagorta ordenó muchos de los sentimientos que se manifestaron conmigo el martes ante la escena, las voces frescas y los ingeniosos cantos que nombraban al Presidente.
“La marcha apenas fue testimonial. Sin oportunistas de la derecha. El oficialismo se burlará de ella por su tamaño y el perfil de sus participantes. Pero se tenía que dar ese testimonio. Es mucho lo que está en juego”.
El jueves 21 de febrero de 2019, contra casi todo pronóstico, el Senado estuvo a la altura y negó a López Obrador una Guardia Nacional militar. Ojalá se repita hoy. Pero si el golpe es irreversible, dentro de mucho (o no tanto) vamos a preguntarnos dónde estábamos estos días.