Monreal decide

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Reforma

Al que no dejaron ser “corcholata”, el despreciado, el ninguneado Ricardo Monreal, a quien el Presidente le negó el derecho de “votar y ser votado” a la Presidencia, hoy líder de la bancada de Morena en el Senado, es quien ahora tiene en sus manos aprobar, o descartar, la prolongación de la estadía del Ejército en nuestras calles.

Ello, ya que después de ser aprobada por el pleno de la Cámara de Diputados, la iniciativa tendrá que ser avalada por mayoría calificada (dos terceras partes) en el Senado.

Y ahí en el Senado, a decir de Monreal, la iniciativa presidencial de pasar la Guardia Nacional a la Sedena (lo cual es inconstitucional) no cuenta con los votos necesarios.

El propio Senador Monreal afirma que les faltan entre ONCE Y DOCE votos para que la reforma propuesta sea aprobada en el Senado.

Ahora que, no nos malentiendan, estimados amigos, de ninguna manera afirmamos que no será aprobada la ley que militariza a México.

Sino meramente que para lograr los votos se tendrá que “convencer” a varios Senadores y Senadoras para que la apoyen, seguramente recurriendo a los consabidos métodos: por un lado presión, acusaciones e intimidación con garrote, y por el otro, apoyos y facilidades para quienes cambien de opinión y se sumen a la obsesión presidencial.

Lo paradójico es que ahora el Presidente o su compadre Adán Augusto le tendrán que pedir el favor, de manera muy atenta, al Senador Monreal de que les saque la iniciativa que tanto anhelan para ponerles una BOTA militar en el pescuezo a los mexicanos.

Aún no agarran los militares TODO el poder en México y ya el Secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, en una actitud un tanto intolerante que no se le había visto nunca, afirmó que hay “críticas” al Ejército fuera de lugar, dando a entender que ay de aquel que ose criticar a las Fuerzas Armadas.

Vamos por mal camino, estimados amigos, a este su servidor lo increpó fuerte -sin llegar a la amenaza- un Secretario de la Defensa hace muchos años, cara a cara, por una nota que escribimos reportando que nos tocó ver a su tropa contrabandeando, pero no recordamos que públicamente se hiciera en términos generales a la población una advertencia respecto al ejercicio de la libertad de expresión.

O sea, que se nos prohibiera vía la intimidación el derecho de criticar a los servidores públicos incluyendo al Ejército.

Además de ser INCONSTITUCIONAL militarizar a la Policía, muchos consideramos que es inadmisible otorgarles a los militares privilegios que sólo tocan a las Policías, y esto usualmente conduce a violaciones graves a los derechos humanos, y la historia lo demuestra.

Ejemplo: el Presidente López ha mostrado admiración por el Gobierno argentino, ¿y qué sucedió en Argentina cuando los militares, con el General Videla, dominaban al país?

¡Las Madres de Plaza de Mayo!

Los desaparecidos, los encarcelados sin juicio, y quien lo dude que le pregunte al Papa Francisco a quien le tocó vivir esa época de militarización argentina.

Lejos estamos de afirmar que nuestros militares sean malos o que posean inclinación hacia el gorilismo.

Sólo afirmamos que el mando y entrenamiento MILITAR NO ES el de las Policías, su función es otra, por ejemplo, defender la Patria de un enemigo EXTERNO.

En el Ejército cuando el jefe manda y se equivoca ¡vuelve a mandar!

Todos los procedimientos legales que tenemos para salvaguardar los derechos humanos, para realizar procesos judiciales apegados al derecho, se irán por la borda si se militariza la aplicación de la ley y la prevención de los delitos.

Furioso, casi tan enojado como el Rey Carlos III con la pluma que no funcionaba, el Presidente ayer despotricó contra quienes se oponen a la militarización.

Dijo que somos hipócritas, retrógrados y facciosos (también admiradores de fascistas y represores) quienes nos oponemos a la militarización de México.

¡Imaginen llamar fascistas y represores a quienes NO QUIEREN que el Ejército reprima, pero patriotas y dichosos a quienes piden al Ejército en las calles!

Vaya que si en este México kafkiano las cosas andan al revés y las cosas -como se afirma en “Alicia en el País de las Maravillas”- “quieren decir lo que yo quiero que digan… ni más ni menos”.

Entonces, ¡adelante!, a pedirle el favor y la venia al Senador Monreal, pero eso sí, hincaditos, por favor.