El Universal
Enfermarse es parte de la condición humana. Se vuelve muy relevante cuando el enfermo es el presidente de un país.
No es inusual que se oculte su gravedad o los detalles, pero una vez que se sabe, generalmente contra la voluntad del afectado, la revelación viene acompañada de preocupación, incertidumbre y desencanto por el engaño.
Es el caso de lo que publicó este jueves Carlos Loret de Mola, en Latinus. Fue un campanazo periodístico de Carlos, quien expuso, una vez más, la fragilidad del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su gobierno.
Se trata de una revelación brutal, a partir de que “un grupo internacional de hackers ha puesto al descubierto decenas de miles de correos electrónicos, alojados en servidores de la Sedena, desde el año 2016 hasta septiembre de 2022. Textos, archivos adjuntos, tarjetas informativas, cartas, videos, muchos de los cuales aparecen catalogados como confidenciales (…) 6 terabytes de información que implica la revelación de documentos de seguridad nacional (…) detalles sobre la verdadera condición de salud del presidente, informes de inteligencia sobre líderes criminales y personajes de la política (…) Disputas entre los secretarios de Defensa y Marina (…) Precarias condiciones de seguridad en las Aduanas (…) contratos de las obras icónicas (…) una radiografía del enorme poderío y mando que tiene el Ejército en esta administración”.
“El 2 de enero de este año, una ambulancia aérea del Ejército tuvo que ir a Palenque, Chiapas, donde se encuentra el rancho del presidente López Obrador, para trasladarlo al Hospital Central Militar de la Ciudad de México. Una serie de documentos confidenciales revelan que ese día en Palenque el presidente tuvo que ser monitoreado, canalizado y medicado antes de volar al aeropuerto de la Ciudad de México desde donde fue llevado de inmediato en helicóptero al hospital Militar con diagnóstico grave. (…) En el número de tarjeta SIIO/0036 del grupo de servicios especiales de la Policía Militar se reporta que a López Obrador se le diagnóstico con angina inestable de riesgo alto, un preocupante mal cardiaco que puede conducir a infartos. Luego de ese 2 de enero, en Palacio Nacional, se le tomaron muestras de sangre y de laboratorio, una semana después, el día 10, López Obrador anunció en Twitter que tenía Covid-19, pero ni él ni nadie de su gobierno se refirió al traslado de emergencia, ni al diagnóstico grave que había surgido a partir de ese traslado. Entre el 4 y el 20 de enero el presidente tuvo al menos 10 consultas médicas, entre ellas, la de su cardiólogo particular; la mañana del 21 de enero fue ingresado al Hospital Central Militar para un cateterismo, ahí durmió y fue dado de alta al día siguiente, eso se conoció. Después de la hospitalización el presidente ha recibido por lo menos 28 terapias físicas.
El Vocero presidencial Jesús Ramírez tuiteó que se trataba de una revisión médica de rutina programada, la Secretaría de Gobernación expresó en un comunicado que el cateterismo que se hizo a López Obrador fue fruto de estudios de rutina que se hace cada medio año, nada de esto es verdad.
La tarjeta SIIO/4955 señala que el 1 de septiembre de 2021 después de dar su informe de gobierno, el presidente López Obrador tuvo que visitar el Hospital Central Militar para recibir atención médica en las áreas de reumatología, ortopedia, radiología y laboratorio, al final de esos estudios, según se señala en los documentos, el presidente fue diagnosticado con gota; se reporta que le ofrecieron al presidente medicamentos, pero no los aceptó solo aceptó recibir terapia física. Casi 3 meses después el 22 de diciembre de 2021 en el mismo hospital Militar le diagnosticaron hipotiroidismo, para el que le recetaron sustitución hormonal con Levotiroxina”.
Cuestionado ayer, en la Mañanera, el presidente aseguró: “Todo lo que se dice ahí es cierto”.
¿Así o más claro?
Cobra sentido que de vez en vez, diga que hará tal cosa “si el Creador o la ciencia lo permiten”.
¿Cómo afectará esto a la sucesión presidencial?