Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Sí la devastación de la selva maya por la ocurrencia del “presidente”, así en minúsculas y entre comillas es un desastre ecológico de magnitudes apocalípticas, el derrame de petróleo en el Golfo de México es lo que le sigue en nivel. Los ecologistas dicen que la mancha del combustible fósil es del tamaño de Guadalajara, es decir más de 400 kilómetros cuadrados, un derrame que la petrolera mexicana ha querido ocultarnos.
Desde el cuatro de julio en la Sonda de Campeche, comenzó este criminal derrame de petróleo en la zona donde días después la plataforma Nohoch-A, hizo explosión y murieron un número aun indeterminado de trabajadores de la paraestatal y ¿sabe usted por qué?, adivinó, por falta de mantenimiento, peor que en el metro.
El derrame de petróleo crudo, dicen los cortes informativos, equivale a por lo menos dos terceras partes del territorio de la ciudad de México o más o menos los kilómetros cuadrados que tiene la capital de Jalisco, es decir un ecocidio de magnitudes descomunales que Pemex y el peje, han querido ocultar.
Hasta este momento, la paraestatal no ha informado absolutamente nada acerca de este desastre ecológico y, por consiguiente el derrame sigue creciendo lo que quiere decir que no ha sido controlado. Organizaciones ambientales como la internacional Greenpeace México, han dicho que el derrame no ha sido controlado y sigue en aumento y se ubica muy cerca de donde explotó Nohoch-A el pasado 7 de julio.
Otra organización ambientalista de nombre Tamburini, aseguró que, como no ha sido controlado el derrame la mancha sobre el Golfo de México ya ha alcanzado los mil kilómetros cuadrados al día de hoy, lo que nos puede dar un parámetro de la magnitud del daño al ecosistema marino de la región.
Para Pablo Ramírez, ambientalista de Greenpeace “Pemex ha manejado con una completa opacidad el derrame que resulta preocupante ante la posibilidad de que sea una muestra de otros incidentes similares”. “Al día de hoy, no sabemos qué ocurrió ni qué fue lo que causó la explosión y eso pasa con muchos derrames en la zona, de los que nos enteramos solo a través de las imágenes de satélite”.
El registro histórico de Pemex nos dice que en 2018 hubo 550 derrames pero al 2021 se registraron 850, lo que nos da una muestra de que en lo que va del sexenio de López Obrador, esas plataformas no han tenido ni el manejo, ni el mantenimiento adecuados.
Y es que al frente de Pemex hay un personaje que no tiene mérito alguno que no sea ser cuate del “presidente”. Un ingeniero agrónomo de nombre Octavio Oropeza que nunca trabajó en petróleos mexicanos y tiene nula experiencia pero que además no se asesora y toma decisiones desde su muy limitado expertis en el tema petrolero.
Escuché en alguna entrevista a la Senadora Xóchitl Gálvez decir que no solo basta con que los funcionarios al servicio del pueblo solo sean honestos, también deben ser expertos en las áreas en las que sean asignados porque la ineficiencia además de que sale muy cara, también cuesta vidas.
Y tiene razón la Senadora puntera en las preferencias para representar al Frente Amplio por México porque estamos en un sexenio de tres ocurrencias: el AIFA, el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas que le han costado al erario OCHOCIENTOS MIL MILLONES DE PESOS, trescientos mil millones más que los 500 mil que dijo costaba la corrupción y que los recuperaría.
Le sale trescientos mil millones de pesos más caro al país que lo gobierne un pendejo, que un ratero y además del dinero, hay que sumarle los peligros en pérdida de vidas humanas y en ecosistemas. Esos 800 mil millones de pesos los vamos a pagar usted y yo en forma de deuda pública, es decir, TRES FOBAPROAS EN SOLO UN SEXENIO.
De ese tamaño es el desastre de México porque escogimos como presidente a un inútil.
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