Alegría vs resaca

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ERNESTO REYES

Sentimientos encontrados fueron conociéndose conforme se iba confirmando, la noche del domingo 2 de junio, la victoria por más de 30 puntos de la candidata morenista a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo (CS). En mis apuntes personales observé lo siguiente:

Apesadumbrados, tensos e incrédulos, quienes habían apostado por Xóchitl Gálvez; no cabían de júbilo las personas que empeñaron su voluntad porque se profundice la Cuarta Transformación, proyecto de izquierda encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Los números son fríos: CS obtuvo 35.923.984 sufragios y los cómputos distritales confirmaron abismal distancia contra la abanderada de la alianza opositora entre el PRI, el PAN y el PRD que alcanzó poco más de 16 millones, es decir, una diferencia de 19 millones.

La concurrida elección también arrojó, por primera vez en 200 años de nuestra vida independiente, que México vaya a ser gobernado por una mujer presidenta. Hacia finales de año estarán al frente del poder en igual número de estados, 13 mujeres: tres propuestas por el PAN y 10 por morena.

A tal grado fue la paliza, que en las cámaras de diputados y senadores se obtuvo “carro completo” a favor del partido guinda para que, salvo un senador que les hace falta, comience a aplicarse el Plan C. La amplia legitimidad obtenida, permite al entrante gobierno llevar a cabo la reforma al poder judicial, con el concurso del poder legislativo, además de lograr cambios que no pudo hacer AMLO. Habrán de organizarse consultas temáticas amplias con actores interesados (jueces, magistrados, gremios del derecho, abogados, escuelas y facultades del ramo, etcétera), además de aplicar una o varias encuestas para que el pueblo se exprese.

En torno a las reformas ofrecidas por la doctora Sheinbaum, no parece haber problema para que transiten, con algunos ajustes, cambios a la ley del ISSSTE; becas a estudiantes y pensiones a mujeres cuidadoras de entre 60 y 64 años, más la no reelección en los cargos públicos. En este paquete se incluye la eliminación de las candidaturas plurinominales.
En los estados del país, se pasó del “carro completo” en casi todas las gubernaturas (salvo Guanajuato y Jalisco), a ganar mayoría de los 300 distritos de mayoría relativa. Morena y aliados también consiguieron un mayor número de escaños de representación proporcional a fin de imponer condiciones en los debates.
Se pelearon con intensidad los ayuntamientos. Por ejemplo, en Oaxaca de Juárez, en donde se siguió el plan de hacer trampa a Francisco Martínez Neri para impedir su reelección. Durante la campaña, los días del debate y previos a la elección, morenistas fieles sufrieron y observaron la abierta intervención de “porros” y “mapaches” electorales, así como carretadas de dinero repartidas entre los convives. Y otros excesos cometidos por una alianza virtual Verde-Morena, hechos que tendrán que analizar los tribunales para decidir si fue limpia o no la elección.
El 2 de junio también dejó en los huesos al otrora poderoso PRI, mientas que el PAN – “asesorado” por dos aves de tempestades: Ulises Ruiz y Diódoro Carrasco- no alcanzó ni bancada en el congreso. La única diputada pluri que lograron es de un azul-guinda que no puede con ella.
Morena y aliados sumaron 38 diputaciones y obtuvo sola por lo menos 54 ayuntamientos. Resalta la pérdida de importantes ciudades, el avance del PVEM, la otra cara de morena, de Movimiento Ciudadano, el PT y partidos modestos que generaron competencia en las 152 alcaldías. El PRD, después de 35 años de lucha: “murió, murió y murió”.
Además de usar la elección para deshacerse de “enemigos” potenciales, la casta gobernante local enterró aspiraciones de algunos, si es que los derrotados no defienden sus derechos políticos. Muchos detalles más ocurrieron como que no se consiguieron los dos millones de votos ofrecidos a CS. Se obtuvieron un millón 370 mil, dato que se minimiza ante la euforia del triunfo contra una oposición desarticulada, sin suficientes representantes de casilla y derrotada moralmente. Con todo, son respetables los votos tachados por la otra opción ideológica que no son pocos, pero sí insuficientes como para hacer ganar candidaturas sin sustancia moral ni rostro limpio.
En la resaca del fracaso, nadie quiere cargar ahora con la derrota que, como dice el dicho, es huérfana. Ni Claudio X, la señora X, los de la “sociedad civil”, académicos y sedicentes demócratas, menos los dirigentes de los tres partidos que fallaron y engañaron a su candidata. De este lado, el pueblo sabio está contento y vislumbra un panorama más relajado en los próximos seis años. Salvo algunos incidentes, la elección se llevó a cabo en paz y tranquilidad, y con la alegría de haber hecho historia nuevamente.