Ayuntamiento celebra la vida entre disfraces y tradiciones

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Cayó la noche sobre la Plaza de la Danza, envolviendo a la ciudadanía en un manto de misticismo y tradición. Así 30 figuras emergieron de entre la multitud, cada una única en su esencia, como si hubieran llegado desde el Mictlán  para recordar a los vivos la importancia de sus raíces.

Organizado por el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, a través de la  Secretaría de Fomento Turístico, el tradicional concurso de disfraces se realizó como un homenaje por el Día de Muertos.

Con el propósito de conquistar al jurado con su originalidad y creatividad, cada participante se entregó por completo vistiendo de catrinas, espíritus y figuras inspiradas en la muerte, mientras recorrían el escenario justo en medio de la plaza.

El jurado, conformado por Fernando Rosales, Carlos Espíndola, y Andrea Rojas, se enfrentó a una decisión compleja debido a tantos detalles y el esfuerzo plasmado en cada atuendo.

Hubo quienes, con gran ingenio, elaboraron sus disfraces a partir de materiales reciclados, mientras que otros optaron por rendir tributo a sus seres queridos o representar con orgullo sus raíces oaxaqueñas.

También recitaron versos, danzaron, y algunos incluso le robaron carcajadas al público, demostrando que el Día de Muertos es, sobre todo, una celebración de la vida.

El tercer lugar fue para Suli Eva Avendaño Rosario, quien sorprendió al público con “El carruaje de la muerte”. El segundo lugar lo obtuvo Cristal Guadalupe López Aguilar, quien encarnó a “La catrina de los artesanos,” luciendo detalles que honraban el trabajo de quienes, con sus manos, dan vida a las tradiciones.

Finalmente, el primer lugar fue concedido a Daniel Zárate Zárate, cuyo “Sereno de la Noche” capturó el espíritu nocturno de los difuntos y obteniendo así los merecidos aplausos y el premio de 15 mil pesos.

Mientras el eco de la música llenaba el aire y los últimos disfraces se desvanecían en la noche, el evento denotó que para el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez el Día de Muertos es más que una tradición, sino es un lazo que une a generaciones y una promesa de que “Oaxaca siempre vive, nunca muere”.