#Oaxaca #Opinión LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA (@MoisesMolina)
Es lugar común sentir reverencia por las fechas y por la historia. Y eso estaría muy bien de no ser porque ese afán obsesivo nos aliena de nuestro presente.
Urueta dijo que las naciones deben sus energías más a los muertos que a los vivos. Y probablemente en el México en el que vivió así era. Pero ya pasaron 125 años desde aquel memorable discurso en el Teatro del Renacimiento.
Festejar los 200 años de nuestra primera Constitución oaxaqueña debía ser sólo el pretexto para pensar qué está fallando y cómo se puede corregir desde y más allá de la Constitución. Porque para cambiar la realidad se necesita además dinero, voluntad política, talento y visión de estadista.
Por ello es bueno que en el marco de esta celebración se haya deslizado la idea de que Oaxaca tenga una “nueva Constitución” este mismo 2025.
Y es una oportunidad de oro que se está perdiendo. Porque la idea de una nueva Constitución pasa por la de un nuevo constitucionalismo que adecue las normas fundamentales locales y federal a la realidad que no ha terminado de cuadrar en la infinidad de reformas que se han convertido en esquizofrenia los últimos años.
Uno de los requisitos para acreditar el Diplomado en Constitucionalismo que curso en la Escuela Judicial Electoral es la elaboración de un ensayo que responda a la pregunta de si el “neoconstitucionalismo” está en crisis.
Definitivamente lo está, a todos los niveles y en todas las geografías. Pero me ocupo de México y Oaxaca.
El neoconstitucionalismo fue la repuesta más contundente a las dos guerras mundiales y se erigió en un paradigma que tenía las siguientes premisas:
1. Todos aceptan la supremacía de las Constituciones
2. Se reconocen y respetan los Derechos Humanos
3. Las Constituciones contienen valores
4. Queda superada la idea decimonónica de soberanía
5. Hay prevalecía de los poderes legislativos
6. Se busca la democracia sustancial
7. El Estado legal llega a su fin y florece la actividad interpretativa de los jueces.
Se supone que es el modelo vigente y que toda nuestra vida pública y privada debía transitar en estos 7 carriles.
Pero si hacemos el check list, evidentemente que lo que hoy tenemos es otra cosa y no un “neoconstitucionalismo”.
¿Qué está fallando? ¿Qué debe cambiar desde las Constituciones para que se resuelva lo más pronto posible?
Esas deben ser las preguntas que animen la celebración del bicentenario en Oaxaca.
Desgraciadamente en las celebraciones sobran más arqueólogos y paleontólogos que arquitectos, ingenieros y médicos constitucionales que diagnostiquen, planifiquen y construyan el Oaxaca del futuro.
Y la convocatoria a la reflexión colectiva debe ser amplia y sin prejuicios.
Es urgente porque las Constituciones han dejado de ser pactos, acuerdos, crisoles, puntos de encuentro de toda la diversidad de México y de sus estados.
Y se han convertido en al voluntad de una sola de las ramas de los gobiernos.
“¿Qué hora es? La que usted diga Señor Presidente”
“¿Qué Constitución necesitamos? La que usted diga Señor Gobernador
Pará qué la nueva Constitución sea legítima deben estar todas y todos. No solo los eruditos y no tan eruditos intérpretes o adivinos de la voluntad popular.
Se debe convocar a los niños, personas con discapacidad, pueblos indígenas y afromexicano, amas de casa, taxistas, prestadores de servicios turísticos, empresarios, ninis, desempleados, burócratas, médicos, ingenieros, arquitectos, magisterio, organizaciones sociales, personas de la diversidad sexual, jueces, legisladores, jóvenes, periodistas, asociaciones civiles y fundaciones.
Oaxaca es uno de los estados más plurales y diversos del país y del mundo y aquí la primera nota de legitimidad de cualquier tarea es la inclusión.
Académicos y Constitucionalistas deben ser solo escribanos y mediadores entre quienes sí saben qué pasa en Oaxaca y el documento final que habrá de entregarse al Gobernador o al Congreso.
Platicaba con mi amigo, el Profesor José Ramón Narváez y coincidimos en que no se pueden arreglar los problemas de hoy con Constitucionalistas del siglo XIX.
Necesitamos un Constitucionalismo del futuro.
*Magistrado Presidente de la Sala Constitucional y Cuarta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca