Es el aroma el que nos llama a ese rincón, aquel que parecía hasta hace unos días olvidado. El que cada madrugada provoca que todos en el Cuartel esperen ansiosos el llamado al desayuno, para disfrutar de los productos elaborados por manos de policías, dedicados a suministrar el pan nuestro de cada día.
Para las 6 de la mañana la tropa se prepara para degustar de conchas, cuernitos, bizcochos, galletas, que horas antes, Margarito, Cándido, Alejandro, Álvaro y Pablo elaboran para cada día de la semana acompañar el desayuno y cena de sus compañeros policías, pero también, para ser degustados por autoridades e invitados que asisten al Gabinete Operativo de Seguridad.
¡Híjole, cuando me dijeron que al nuevo jefe le gustaron muchos las galletas, la verdad es que no me la creí, pero cuando me dijeron que además les presumía a todos los que vienen a trabajar con él, la verdad me emocioné y que les digo a mis compas, vamos a ser otras pa’ que pruebe pues! (sic), aseguró que Cándido Leandrónico Reyes.
Cándido tiene nueve años al servicio de la corporación, cinco los ha dedicado a la panadería donde hoy es el jefe. Se siente motivado por que “ahora sí valoran nuestro trabajo”, y ese reconocimiento se convirtió en la entrega oportuna de las herramientas y materia prima suficiente para desempeñar su función.
Siempre decimos que ya nos acostumbramos tanto que ni probamos el pan, pero ¡qué va! ¿cómo no voy a comer las delicias que aquí se hacen, si las hacemos nosotros?, dice risueño Reyes.
Repartidos tres y dos, por turnos de 24 horas, los policías panaderos, dedican un día entero a realizar varias remesas de pan y galletas que junto con los alimentos elaborados en la cocina, permiten que quienes cuidan a las familias oaxaqueñas, gocen de un pleno bienestar, basado en una buena alimentación.
A la pregunta de: ¿Y a su esposa le gusta el pan que hace?, la respuesta de Cándido se dio en medio de carcajadas: “Ay y ¿cómo cree que me la conquiste?, pues así con pan ¿Qué no dicen que el amor entra por la boca?
Todos los panaderos oficiales de la Policía Estatal tienen hijos, e inculcan en ellos no sólo el oficio, sino en especial, los valores y respeto hacia los uniformados, el amor a su patria y el vivir con lo que Dios les da, felices y en paz.
Las palabras del jefe de panaderos llegaron profundo a quienes le escuchaban: “Antes la gente decía, si no estudias terminas de policía, si ser policía es un honor, ser policía es dar la vida, sacrificar y servir de corazón. Un policía termina la jornada y sigue pendiente de su deber, porque un policía, aún siendo panadero de la Corporación, es alguien que protege permanentemente a su prójimo”.
Por eso –continúo- no nos sentimos menos ante nadie, nosotros cuidamos de la gente, o en el caso nuestro, de la alimentación de nuestros compañeros, pues de ello depende que se mantengan de pie en la difícil labor de proteger a la sociedad, expresó.
Desde su espacio ubicado al fondo de la cocina del cuartel, los bizcocheros saben que diariamente, no sólo cubren un turno, ni trabajan sobre una meta que matemáticamente les interese, sino se esfuerzan en la calidad y dedican un día a la vez, a quienes ponen su vida al servicio de la seguridad de las familias que dejaron en casa y de la de todos los oaxaqueños.
“Ahora nuestro pan lo van a llevar a la gente del Hospital, ¿a ver qué dicen? Ojalá que si les guste”, señaló.
Termina la plática, el jefe, el panadero mayor, aquel que orquesta la rica entrega de deliciosos productos qu