Obama prescindirá del Congreso y aumentará el salario mínimo federal

0
202

Si el Congreso no le acompaña en su marcha –y no le acompaña-, el presidente tiene otros aliados más efectivos y menos obstruccionistas con los que legislar. Poniendo en práctica la estrategia que ya anunció hace unos días, Barack Obama se dispone a ser “el presidente del bolígrafo y el teléfono”, firmando órdenes ejecutivas y realizando llamadas para movilizar a figuras claves de la empresa privada o lobbistas que ayuden a impulsar la agenda de la Casa Blanca.

Obama se dispone esta noche –nueve en Washington; tres de la madrugada en España- a anunciar en su quinto discurso del estado de la Unión –el de 2009 no cuenta- su decisión de firmar una orden ejecutiva que eleve el salario mínimo federal de 7.25 dólares a 10.10, según han avanzado diversos medios de comunicación. Tras un año en el que su agenda legislativa no ha avanzado ni un milímetro, el presidente parece decidido a progresar sin el respaldo del Capitolio.

Desde que el pasado mes de diciembre Obama citara la desigualdad económica como “el mayor desafío de nuestro tiempo” todo parecía indicar que el plan de elevar el salario mínimo ya había sido sembrado y solo se necesitaba el momento idóneo para anunciar su germinación. De momento, la iniciativa es limitada, ya que solo afectará a los contratos nuevos que se firmen y no a los existentes o los que se renueven, pero ya dejará de ser una mera propuesta o deseo fracasado, como lo fue en el discurso del año pasado y tras no lograr el apoyo de la Cámara para sacar adelante la medida –los contrarios al aumento argumentan que dañará a la creación de empleo y a los negocios-.

“Pueden estar seguros de que el presidente tiene toda la intención de utilizar su autoridad ejecutiva para usar poderes que le son únicos para progresar económicamente y en todas las áreas que considera importantes para un mayor crecimiento y creación de empleo”, aseguró el lunes el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. “La Casa Blanca se está reorganizando para poner en marcha una presidencia basada en órdenes ejecutivas e invitar al Gobierno a ayudar a sacar adelante los proyectos legislativos”, escribió el diario The Washingto Post el fin de semana.

El presidente de la Cámara de representantes, el republicano John Boehner, no ha esperado para atacar con dureza la iniciativa presidencial al decir que, a pesar de que el presidente tiene el poder para hacerlo, la medida no tendrá apenas impacto ya que no afecta a contratos actuales. “La pregunta es, señor Presidente, ¿ayudará esta acción ejecutiva? Me temo que la respuesta es no”, preguntó y se contestó Boehner.

Obama ha estado trabajando en las últimas semanas en la redacción -junto a Cody Keenan y Laura Dean- de un discurso que hablará de la necesidad del impulso definitivo a la reforma de la inmigración y reflejará la preocupación del presidente sobre “la peligrosa y creciente desigualdad que ha puesto en peligro” el fundamento social de la clase media de que “si trabajas duro tienes la oportunidad de salir adelante”, como declaró el pasado diciembre.

El año pasado, Obama pronunciaba un discurso lleno de candor tras haber ganado las elecciones un par de meses antes. Casi nada de lo enunciado entonces se ha concretado. Su propuesta para el control de armas fue consumiéndose en el camino –con nuevos tiroteos y nuevas víctimas en el recorrido-. Su reforma migratoria está atascada en una Cámara de Representantes en manos de los republicanos y rehén del Tea Party. El Congreso no escuchó su petición de aumentar el salario mínimo federal… La educación gratuita para los niños de cuatro años está sin concretar. Y se suma y se sigue.

Sin duda, la estrategia presidencial del bolígrafo y el teléfono acarreará críticas de que Obama está usurpando poderes del Congreso –lo que podría estar teñido de inconstitucionalidad- y excediéndose en los límites de su poder como él mismo criticó en el pasado a George W. Bush.

Económicamente hablando, el estado de la Unión es el mejor de los últimos años, según los expertos. Y aún así, el presidente enfrenta sus peores datos de aprobación y la frustración de una población que no siente las mejoras de las que hablan los grandes titulares en sus vidas. El presidente está llamado esta noche a cambiar la percepción de los ciudadanos de que su gestión no es buena, sobre todo porque las elecciones al Congreso del próximo noviembre podrían arrebatar a los demócratas el Senado y dejar a Obama con un Congreso en manos republicanas hasta el final de su presidencia.