La reapertura del diálogo entre régimen y oposición sirios ha arrancado este lunes con un batacazo. La toma de la localidad de Maan, en la provincia central de Hama, ha dejado hasta 75 muertos alauíes, 42 de ellos civiles, a manos de combatientes radicales, según denunció el Ejército sirio, que calificó el acto de “masacre” con tintes sectarios.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización con informadores por todo el país, solo ha informado de la muerte de 25 milicianos del régimen durante la ofensiva protagonizada por combatientes de Jund al Aqsa, una brigada vinculada al Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés, una escisión de Al Qaeda).
“Al menos 42 mujeres, niños y ancianos han sido asesinados en una horrible masacre cometida por terroristas de Jabhat Al Nusra (sic)”, recoge la agencia SANA, órgano oficial del Gobierno de Bachar el Asad. En declaraciones a Al Jazeera, Luay Safi, portavoz de la Coalición Nacional Siria (CNS), ha negado el reguero de víctimas y ha acusado al régimen de cargar las muertes a la oposición.
La única prueba de la toma de Maan, enclave de mayoría alauí (la rama del islam a la que pertenece el clan de El Asad) cercano a la carretera que une Damasco con Alepo, es un vídeo difundido supuestamente por los milicianos de Jund al Aqsa a través de las redes sociales. Muestra cómo varios combatientes conducen un tanque por las calles vacías de la ciudad y pisotean una foto del presidente El Asad. Solo se ve un cadáver, el de un adulto en uniforme militar.
La irrupción de grupos yihadistas como Jabhat al Nusra (afiliado a Al Qaeda) o ISI-S en la guerra Siria ha provocado un vuelco total en un conflicto que se encamina a su tercer año y que ha dejado más de 130.000 muertos y seis millones de desplazados internos y externos. El enquistamiento de la violencia ha derivado en una lucha sectaria entre rebeldes (mayoritariamente suníes) y alawíes y chiíes (muchos partidarios de Asad). De confirmarse la muerte de más de 40 civiles ejecutados por los radicales, la matanza de Maan constituiría uno de los peores actos revanchistas desde el levantamiento contra el régimen, junto con los sucesos de Banias y Bayda, dos poblaciones de mayoría suní en el feudo alauí de Latakia, en la costa, donde murieron hasta 150 personas en solo dos días.
Las acusaciones de limpieza étnica han acaparado este mismo lunes el reinicio de las negociaciones en Ginebra. El Ministerio de Exteriores sirio, que encabeza la delegación del régimen, ha remitido una carta al secretario de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, y al Consejo de Seguridad en la que exige la denuncia de la matanza de Maan en la que exige una “severa y urgente condena a la masacre cometida en Maan”.
“Esta nueva masacre es una prueba más de que esos terroristas (denominación que el régimen aplica a todos los rebeldes) y aquellos que los apoyan insisten en derramar la sangre siria y desprecian totalmente todos los esfuerzos para alcanzar un proceso político creíble”, cita SANA. Desde Suiza, el ministro de Información, Omram al Zoubi, ha instado a la delegación de la Coalición de Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CFORS) a condenar la matanza y les ha acusado de mantener “términos y posiciones caracterizados por la inmadurez política”.
Este mismo fin de semana, en vísperas de retomar el diálogo con la mediación del enviado especial para Siria, Lakhdar Brahimi, ambas partes se enzarzaron en acusaciones mutuas sobre la ruptura del alto el fuego en Homs, acordado para permitir la evacuación de hasta 2.500 civiles atrapados en la ciudad vieja desde hace más de un año.