Cada vez que pueden los legisladores y altos funcionarios del gobierno federal proclaman que trabajan para que México sea más próspero y soberano, con menos pobres. En el caso del sector agropecuario, insisten en que las medidas gubernamentales y la legislación que aprueba el Congreso de la Unión buscan modernizarlo, elevando la producción sin afectar el medio ambiente, además de mejorar la calidad de vida de la población rural. Y que México debe ser autosuficiente en productos de consumo generalizado, porque no hay peor dependencia que la alimentaria.
Dado que legisladores y funcionarios frecuentemente olvidan esas promesas, resulta muy oportuna la publicación de un pequeño libro, El maíz transgénico en México (en 15 píldoras) el cual reúne la opinión y experiencia de un grupo de especialistas en torno a nuestro alimento fundamental.
La obra fue editada por el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y el patronato que en defensa del patrimonio cultural de esa entidad preside el pintor y mecenas Francisco Toledo. En esas 15 píldoras se muestra la importancia del grano a través de la historia, así como la necesidad y posibilidad de ser autosuficientes en su cosecha como en la de otros granos de consumo generalizado, sin recurrir a los transgénicos que promueven las trasnacionales de alimentos, semillas y agroquímicos.
Con datos científicos, claros y precisos se demuestran las ventajas de las variedades nativas que los campesinos han preservado durante generaciones, sobre las genéticamente modificadas, y cómo el maíz transgénico no es ecológicamente limpio y lo que llegaríamos a perder si se autoriza su siembra en el territorio nacional.
No falta la denuncia de que no pocos legisladores y funcionarios se han unido a la poderosa maquinaria de las trasnacionales que promueven los transgénicos en vez de procurar que México siga siendo lugar de origen de uno de los alimentos básicos del planeta y donde mejor se conservan sus semillas nativas (más de 60), necesarias como ingredientes para elaborar más de 600 platillos y bebidas alimentarias que conforman la cocina mexicana. Con razón los autores destacan el papel que el maíz ocupa en la cultura de México y en la vida de millones de familias.
En el texto se resalta la enorme dependencia alimentaria que padecemos desde hace lustros debido a que en los programas gubernamentales se relegó al sector campesino, pese al potencial productivo que representan sus millones de familias sin empleo suficiente, falta de servicios básicos y apoyos productivos que permitan obtener cosechas abundantes en más de 25 millones de hectáreas de buen temporal y riego.
Es posible romper la dependencia del exterior en alimentos y los insumos necesarios para que el campo ofrezca lo que el país necesita y hasta para exportar. Y de paso, conservar la herencia milenaria del maíz. Por ello, en el libro sus autores exigen otra actitud del sector público y de los legisladores, tan inclinados a aceptar lo que viene de fuera so pretexto de modernizar el campo.
Por eso mismo cuestionan los permisos para sembrar maíz transgénico en el norte del país. Por eso exigen derogar cualquier permiso previo para su cultivo a cielo abierto, experimental y piloto. Y prohibir definitivamente su siembra comercial en todo el territorio nacional.
El maestro Francisco Toledo acaba de enviar una carta al presidente Enrique Peña Nieto en la que le recuerda la necesidad de proteger los maíces nativos en vez de los transgénicos, que son un negocio a costa de la naturaleza y de las poblaciones agrarias. Se unen a su petición los integrantes del Patronato y un grupo de intelectuales y científicos.
Toledo menciona en la misiva cómo en octubre pasado el eminente científico David Schubert le detalló por escrito a Peña Nieto los poderosos motivos por los que el gobierno mexicano no debe permitir la siembra de maíz transgénico.
A su vez, el artista pide al jefe del Ejecutivo que además de escuchar a los expertos escuche la voz de los indígenas y campesinos que utilizan ventajosamente las semillas nativas y quieren seguir conservándolas por ser las mejores.
En definitiva, de lo que se trata es evitar que en México siente sus reales el imperio Monsanto a costa de nuestros recursos genéticos y el bienestar de la población.