La irrupción de una manta en apoyo al EZLN, denunciando el asesinato del maestro José Luis Solís López “Galeano”, en un espacio permitido y cedido por los integrantes del grupo Café Tacuba, fue la mayor novedad de la edición de este año del Corona Music Fest Oaxaca, que año con año se lleva a cabo en inmediaciones de San Antonio de la Cal.
“La agresión contra Galeano es el reflejo de la violencia sistemática contra todos nosotros a diario” gritaron los jóvenes que sostenían la manta y que encendieron los ánimos de los más de 30 mil asistentes al concierto integrado por las bandas Kinky , La Gusana Ciega, Jumbo y DLD, además de la ya citada Café Tacuba.
Como todos los años, el slam, los trancazos espontáneos, los proyectiles con miados, kilos de tierra, mujeres desmayadas, chavos fumando hierba y polis decomisándosela, se dieron cita en este recital de mucho rock, mucha música, muchos gritos y mucha, mucha cerveza.
Con una asistencia entre los que predominaban las chavas y chavos de 15 a 25 años, la apertura le tocó a Jumbo, grupo originario de Monterrey, del que parece que sus mejores ayeres han quedado atrás, pues demostraron una vez más su escaso impacto sobre los más jóvenes, quienes aprovecharon su intervención en el escenario para hacer otras cosas que concentraran más su atención, tales como abastecerse de más chela, ir al baño, pelearse con el de al lado o besar la novia. Aun así hubo “momiza” (personas de más de 32) que cantaron con mucho sentimiento rolas como Pequeño Gran Rockstar y Fotografía, mientras la chaviza los veía con ojos de infinita extrañeza.
La Gusana Ciega y su vocalista Daniel Gutiérrez, con el cabello encanecido y plateado a lo Arturo de Córdova, prendieron a las féminas. No puedo verte, Yolanda, Celofán, No me tientes, fueron solo algunas de las canciones interpretadas por esta banda chilanga surgida en 1989. Quienes para los que la que la letra de aquel tango “que veinte años no es nada” parece aplicar a la perfección, pues la energía, dinamismo y pundonor demostrado en el escenario parece el de unos principiantes y no el de unos músicos con casi 25 años de trayectoria.
Dildo, quienes recientemente tuvieron el enorme acierto de cambiarse el nombre a DLD, registraron una gran éxito entre la muchachada, específicamente entre las chicas en la edad de las ilusiones, quienes no pararon de corear y exaltar las rolas de este asociación de Rock Pop Alternativo. “Bastante fresa” dirían los más rockeros a los que finalmente ni les gusta su música, ni tampoco llegaron a escucharlos, pero que los critican por pura cuestión de principios.
Kinky, fue la banda que juicio de muchos de los asistentes tuvo la mejor intervención de la noche. Los regios prendieron al respetable con sus rolas mezclas de rock, funk, techno y electrónica. “Hay que bailar hasta quemarnos” fueron solo algunas de las letras que una audiencia entregada coreo y bailo en búsqueda de esa combustión interna que conduce a la estratosfera. Los músicos con su look a lo Marlboro- Eléctrico, no se guardaron nada y lo otorgaron todo.
En lo que se consideraba la presentación estelar de la velada aparecieron Quique y Jóselo Rangel, Emmanuel del Real y Rubén Albarrán (con un nuevo alter ego llamado K’kame) Café Tacuba, a unos días de cumplir 25 años haciendo música. Ingrata y Chica Banda prendió el slam, resultando curioso el momento cuando una bolita exclusiva de mujeres se apersono casi al centro de la pista para darle rienda suelta a sus saltos y sus ganas de explotarlo todo. Al final la lógica se impuso, y las chicas con pinta de profesionistas o de no coserse al primer hervor dieron paso a las más jóvenes, quienes con su energía de chicas banda y sus encontronazos frontales no parecían haberse metido al slam para hacer amigas.
Albarrán no paró de hacer alusiones a su nueva causa social, el no a la proveedora de productos químicos Monsanto. Siendo esta la mayor novedad de su participación, pues a pesar de la enjundia puesta en la interpretación de clásicos como El baile y el salón, Las Flores o Como te extraño, no se percibió nada más digno de mención. A los originarios de Ciudad Satélite les vendría bien una renovación en su estilo o amenazan con no llegar al treinta aniversario.
Lo demás fue lo de siempre, lluvia de orines que caían en vasos de cerveza sobre la cabeza de los más desafortunados que no tenían otra que amachinar el hedor y seguir rockeando, y chavitos mandando mensajes por las pantallas del escenario diciéndoles a sus papas que no estaban tomando, ejecutando un rap para la banda o declarando su amor a mujeres que estaban aún más borrachas que ellos.
Un veinteañero, en medio de una gran resaca, recordaba al día siguiente del concierto como hace dos años tuvo la brillante idea de gritarle su amor a la mujer que amaba en plena pantalla.
El amigo que lo acompañó a hacerlo se terminó acostando con ella al salir del Corona del año siguiente. El tipo tuvo ganas de volver a tomar la pantalla para declarar su odio a manera de epílogo pasional….afortunadamente los cinco litros de cerveza que se bebió lo tiraron antes…..Hay Corona Fest para rato.