La caída de 40% en los precios del petróleo para ubicarse en cerca de 60 dólares por barril desde junio es, por mucho, la mayor sorpresa para la economía mundial del 2014. Episodios similares en el pasado nos dicen que probablemente las consecuencias pueden ser más profundas y duraderas. Normalmente, los economistas agregan un “positivo” a esta lista, pero la duda surge como nunca antes.
Cuando los precios del petróleo caen, no hay ninguna ley de hierro de que mejore el crecimiento económico mundial. El principal efecto es una enorme redistribución de los productores de petróleo, que ganan menos por el esfuerzo de extraer el oro negro, a los consumidores, que se benefician con el transporte y energía más baratos, les permite gastar más dinero en otros bienes y servicios o para ahorrar el dinero inesperado.
La mayoría de los economistas todavía están de acuerdo con Christine Lagarde, la consejera delegada del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien dijo que “era una buena noticia para la economía mundial”. Gabriel Sterne, de Oxford Economics, explica: “los productores tienen excedentes financieros y no tienden a reducirlo, mientras que los precios más bajos redistribuyen el ingreso a los que tienen una mayor propensión a consumir y a invertir”. El tamaño del efecto mundial es significativo.
Oxford Economics estima que cada caída de 20 dólares en el precio de petróleo significa un crecimiento mundial de 0.4% en dos o tres años. Las simulaciones centrales del FMI sugieren un efecto de tamaño similar, así que la reducción de 40 dólares en el precio compensará con creces la rebaja total de 0.5% a los pronósticos de crecimiento mundial del FMI de 2014 a 2016 en el último año. Ese impulso se amplifica si genera un incremento posterior en la confianza y estimula a las compañías a invertir y a gastar.
Los grandes ganadores serán los países que al mismo tiempo son grandes consumidores de energía y dependen enormemente de las importaciones de petróleo. La agencia calificadora Moody’s calcula que esos países “lucharán contra la alta inflación y las grandes cuentas de los subsidios de petróleo, como Indonesia e India, se beneficiarán más por el entorno de bajo precio”.
Sin embargo, para los exportadores de petróleo, el panorama es más oscuro. Para aquellos que tienden a gastar en lugar de ahorrar los ingresos petroleros tienen menos capacidad de adaptarse a la nueva realidad. Moody’s estima que Rusia y Venezuela serán los más golpeados, ya que tienen “un enorme gasto recurrente que políticamente podría ser difícil recortar”. El productor más grande, Arabia Saudita, tiene muchos colchones fiscales ya que ahorró más de lo que gastó.
Hasta el momento, todo es normal. Pero ahora hay más voces que sugieren que las expectativas del impulso mundial son engañosas. Stephen King, jefe de economía de HSBC, cree que la escasa demanda de China, Japón y Europa durante el verano fue la causa principal de la caída de los precios, por lo que la tradicional historia de que “los precios baratos del petróleo son buenos: los precios altos del petróleo son malos” ya “no es evidentemente cierta”
Argumenta que el optimismo que llega después de la caída de los precios del petróleo en las estimaciones económicas se basa en la evolución positiva de parte de los proveedores para el mundo occidental desarrollado, pero “hay muchas situaciones en donde la caída de los precios del petróleo no son más que síntomas de un malestar mayor”.
Deflación, el temor acecha
King argumenta que gran parte de las ganancias del pasado por los precios del petróleo se dan por las menores tasas de interés relacionadas con la caída de la inflación, algo que no puede suceder cuando la política monetaria ya estimula las economías tanto como le es posible. Si los hogares en China, Europa y Japón sienten que hay motivos para ahorrar cualquier dinero adicional que reciban, el impulso de la demanda mundial se restringirá enormemente.
Y una razón es que quizás los consumidores estén menos dispuestos a abrir sus carteras esta ocasión, porque el espectro de la baja inflación acecha a muchas economías avanzadas. Aunque los precios estables o a la baja hacen que la gente esté mejor, también amenazan potencialmente con un prolongado periodo de estancamiento si los hogares prefieren “esperar y ver” antes de gastar su dinero.
Esta actitud alienta la posibilidad de que los menores precios mañana podrían incentivar a las empresas a retrasar la inversión y los hogares aplazarían el consumo, y de esta manera generar una profecía autorrealizada de un lento crecimiento y caídas suaves de precios. Amenaza que no debe tomarse a la ligera.
Oxford Economies estima que con un precio de petróleo de 60 dólares por barril, 13 países europeos verán caer a cero su tasa de inflación, al menos temporalmente, durante 2015.
Otras razones por las que un aumento anticipado de demanda puede ser más débil, incluye el fuerte aumento del valor del dólar, que asegura que los precios domésticos de petróleo fuera de EU no cayeron nada parecido a 40% de la cifra principal.
Aunque el impulso mundial probablemente sea más ahora que antes, no hay garantías de que el petróleo barato hechice esta vez como lo ha hecho siempre.