Los ojos grises del pecado

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Pablo Escobar Gaviria, habla sobre ser Mowgli y regresar de la selva sin sus amigos, mientras juega con su hija en una casa de muñecas y con su teléfono satelital ordena la ejecución de sus camaradas con un dejo de tristeza que, se solventa con la mayor de la certezas, él es no es Dios pero tiene el suficiente dinero como para construir un telescopio enorme y echarle un ojo antes de que Dios se lo eche a él.

Esta escena de Escobar, paraísos perdido (Francia- EUA, 2014), es todavía más inquietante ante la pasmosa interpretación que, Benicio Del Toro realiza del histórico capo colombiano quien marcó a su país con una tinta de sangre de la que tal vez no pueda liberarse nunca.

Mediante una historia ficcionada, el actor y director italiano debutante Andrea DiStefano, (que como histrión era más bien conocido por sus papeles de galanazo abusador de ensueño, Antes de que anochezca) analiza la simbiosis entre el amor más filial y la brutalidad más descarnada.

Desarrollando una anécdota en la que, un gringo canadiense (el chaparron y bucólico idolazo de veinteañeras Josh Hutcherson) llega buscando el paraíso a una tierra en la que, ya está hirviendo el infierno enamorándose de una chica local (Claudia Traisac) que, se preocupa por los pobres y lo ayuda con los dólares de su tío filántropo, Escobar.

Poco antes de que su reino del terror se desatara con la ejecuciones que, llevó a cabo sobre ministros, magistrados y candidatos presidenciales que, se opusieron a que su país fuera abiertamente ofertado como la hermana república de la cocaína.

DiStefano, también guionista de su película, y Benicio del Toro nos presentan a un Escobar en lo absoluto idealizado ni romantizado, como a últimas fechas lo han hecho series mexicanas y colombianas sobre Gaviria y otros narcotraficantes a los que, presentan como Robin Hoods con cuernos de chivo en lugar de arcos.

El Escobar de Paraiso Perdido es un psicópata egomaniaco sociópata que, lo mismo puede sentidamente cantarle una canción de amor a su esposa en su fiesta de cumpleaños que ordenar la matanza de sus guardaespaldas mientras juega futbol con ellos, todo sin perder ni el garbo, ni la elegancia, ni el estilo.

Hutcherson por su parte representa el arquetipo del joven inexperto deslumbrado por el oro y la elegancia de su tío-suegro, que enfrentado después a la certeza de que se ha convertido sin quererlo en uno más de sus matones.

La cinta se cuenta en clave de thriller y novela romántica y el resultado es muy venturoso, con Del Toro- Escobar, a salto de mata, rezando con su madre por teléfono satelital en un riachuelo pidiendo perdón por crímenes que todavía no comete.

Escobar es una gran opción para ir al cine a ver algo que vale la pena y presenciar la representación que, sobre los ojos de la maldad realiza uno de los más geniales actores vivos de la actualidad, el pasmoso y entrañable, Benicio Del Toro.