Angelina Jolie realiza su segunda película como directora y lo hace bien, aunque un poco adusta y solemne en su resultado, la actriz cuasi retirada de su histrionismo en el cine; (su primera cinta como protagonista en cinco años, Maléfica, sonó más bien a un esfuerzo por ajustar su estado bancario) logra en Inquebrantable (EUA, 2014) una precisa epopeya, sobre el arte de sobrevivir y no perderse en el intento.
La cinta cuenta la historia verdadera de Louis Zamperini (Jack O¨Connell) atleta olímpico del Berlín de 1936, que quedó a la deriva en el océano durante 47 días al ser derribado el bombardero que tripulaba, sobreviviendo para encontrarse después confinado en un campo japonés de prisioneros, en donde fue atizado por el bambú del oficial Watanabe (Takamasa Ishihara) quien parece empecinado en romperle a Zaamperini el espíritu, al mismo tiempo que sus vertebras.
Haciendo acopio de la estética y los momentos de clásicos bélicos como El puente sobre el Kwai (David Lean, 1957) y Fuerza aérea (Howard Hawks,1943) Jolie y su lujoso equipo de guionistas, Richard LaGravenese, William Nicholson y Joel e Ethan Coen (nada menos) bifurcan los caminos del heroísmo por los de la angustia, más que un american hero, Zamperini es un tipo que no se quiebra porque si lo hace se muere.
El heroísmo al que acude Jolie no es el de soldadito patriotero con las barras y estrellas tatuadas en su frente (tan de moda en el Hollywood de hoy que parece que ya hizo descaradamente un convenio de mutua cooperación con el Pentágono), el heroísmo de Zamperini es el del hombre común, del tipo que se caga del miedo frente a un japonés psicópata, que solo quiere tronarlo y que está a punto de entregarlo todo pero que no lo hace porque sabe que si se rinde ya no hay para atrás.
La protagonista de Lara Croft y variadas heroínas de acción muestra sensibilidad y convencimiento para el trazo de sus personajes y las acciones que los significan, aunque debe empezar a trabajar en su ocasional propensión al acartonamiento.
La cinta gana mucho con la extraordinaria actuación de O¨ Connell, el inglés de 24 años que al paso que va y el brío que manifiesta (71, Sentenciado) está en posibilidades de convertirse en un actor que marque una época, con esa capacidad que tiene para el desdoblamiento orgánico y un amplio registro actoral que discurre al ritmo de la calma y de la furia.
Inquebrantable, es una cinta que vale la pena el boleto y hace pensar que tal vez la verdadera vocación de Lara Croft le estaba reservada para estar detrás de la cámara, no adelante.