Dos leñadores cargando leña en la Sierra oaxaqueña, ascendiendo por una cañada que no ha de hacerles las cosas más sencillas, mientras de fondo se dejaba escuchar un discurso triunfalista del presidente del cambio Vicente Fox Quezada, que no llegó más que a cambiar el orden de la bazofia.
Era lo que se podía ver hace trece años en Walkman, uno de los muchos videos del artista visual Bruno Varela, quien lleva casi más de 22 años trabajando con imágenes en movimiento.
“La escena no ha cambiado, ahora es más oscura, más violenta. Las distancias entre los polos se volvió más compleja de sortear.”
Comenta Varela, sobre una país que salió del priismo imperial de setenta años, para entrar a un panismo con la efectividad de una espiral.
“El pesimismo no es mi forma particular de entrarle a la vida, pero si es verdad que estamos ante un escenario difuso que nos toca a todos enfrentar.”
“Esta hechicería terrible, que ha sido usada por los dueños de los grandes medios y el gobierno federal, un mecanismo que aterra, que nos ha metido el miedo a todos.”
Con la intención de tender mecanismos que generen preguntas, Varela presenta esta penúltima semana de marzo en Transverso Arte Contemporáneo, Extraño enemigo, ensamblaje audiovisual que técnicamente califica como una instalación, presentando un conjunto de materiales audiovisuales rodantes potenciados con la irrupción de una serie de televisores intervenidos, que descansan o se pudren en un carbón peltre que galvaniza la incertidumbre.
Tomando como punto de arranque el duelo nacional por los 43 normalistas desparecidos de Ayotzinapa, pero evitando referencias directas, Bruno asegura, que su propósito es el de mostrar como la violencia se traduce en imagines que circulan.
“Son piezas que dialogan entre sí, con las cuales pretendo hacer una editorial poética. No soy un experto en temas políticos, no es ahí de donde me gusta jugar.”
Reconfigurando información de pesar nacional disponible para cualquiera, Varela se desencanta por retransformar a la historia nuevamente en un misterio, dándole así la posibilidad a su lector-espectador de acercarse al material desde otros razonamientos.
“En este ensamble hay imágenes que van desde un ámbito súper personal, como el parto de mi hija, el cual intento conectar con las emanaciones del Popocatépetl.”
El videasta nos presenta imágenes de simulaciones en 3D que la Procuraduría General de la República puso a circular como parte del reporte del exprocurador de la República, Jesús Murillo Karam, el cual pretendía decretar una verdad histórica de la misma manera que los infomerciales presentan todas las noches irrefutables evidencias del éxito de un shampoo contra la caspa, o de las bombitas sexuales que devuelven la virilidad hasta a aquel que pueda estar más cansado de lo que estaba Murillo Karam con tanta chamba.
“Burdas animaciones musicalizadas que hay que desnaturalizarlas, para llevarlas a otro lugar.”
Varela comenta, que el video experimental como una herramienta de expresión en tiempos que ya no son nada experimentales, prácticamente se está extinguiendo.
“Lo experimental ya no define un lugar ni una práctica en particular, incluso la categoría como tal en las becas del FONCA desapareció.”
Sintomático de una escena nacional convulsa, para Bruno hoy lo experimental es una etiqueta arrogante.
“En mi trabajo intento moverme dentro de la lógica de que no solo hay una historia que se está contando, sino muchas otras que al mismo tiempo se vuelven posibles de contar.”
Bruno está consciente de que la repetición visual de los infiernos que hoy atraviesan México nos puede llevar a la banalización, al olvido, como telenovela de narcotraficantes y mujeres con senos operados, apunta.
“En Oaxaca no hubo ese eco de movilización, que hubo por ejemplo en la ciudad de México.”
Aquí las organizaciones que han estado involucradas con la denuncia de Ayotzinapa han estado en manos de los actores históricos y de las organizaciones que siempre se han movido dentro del magisterio y la sección 22.
“No me parece que haya un gran eco civil, y que los artistas hayan asumido la cuestión, salvo el activismo en su Facebook, reposteando material que circula naturalmente, no veo mucha banda que esté haciendo cosas.”
Sobre si ante tanto combate de redes sociales al final lo que en realidad está sucediendo, es que el país se está echando para atrás ante un gobierno federal, una clase política con atisbos fascistas y dictatoriales, Varela pondera.
“En general estamos desbordados por una competencia que nos obliga a ganarle al de junto, algo poco saludable que en el mundo artístico también está sucediendo, lo cual rompe con posibilidades de crear vínculos solidarios.”
“El estar preocupado por resolver diariamente la vida no te da espacio para resolver movimiento de largo alcance. Un acontecimiento que a todos nos sucede en algún punto de la curva.”
“Nadie tiene posibilidades de estar en un plantón durante seis meses, al menos que estés subsidiado por el gobierno.”
Por lo pronto Bruno le apuesta a sus “chacharas”(así le llama a sus ensambles y videos) para seguirse manteniendo autónomo en su propia y personal explicación del estado de las cosas.