Ser desalojado en Ciudad Judicial

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Juan Rodríguez Franco llegó, después de un largo recorrido de dos autobuses y un colectivo a la Ciudad Judicial del Estado, el complejo de edificios en donde se encuentran buena parte del aparato judicial y administrativo del Estado, y que se ubica en el municipio de Reyes Mantecón.

Finalmente después del viaje de hora y media pudo acceder a las oficinas de la Secretaría de las Infraestructuras y el Ordenamiento Territorial Sustentable (SINFRA), para pedir los informes que necesitaba para su trabajo de tesis, relativo a los trabajos de reconstrucción de unas calles de su colonia.

“Creo que hasta sonreí cuando la señorita que me atendió me dijo que, podía pasar a tal departamento a preguntar, para después decirme que igual y no me iba a dar tiempo porque le acababan de avisar que ya estaban desalojando.”

Platica Franco con una mezcla de frustración y resignación, caminando de salida con rumbo a uno de los accesos de Ciudad Administrativa, su largo viaje ha terminado antes de empezar.

También cuenta, que le llamó la atención que algunos subsecretarios y jefes de área ya tienen preparados a sus asistentes con las llaves para que les vayan moviendo el carro y nadie se quede encerrado.

Afuera un grupo de mujeres y hombres, apostados a la entrada con casas de campaña, pequeñas carpas y colchones gritan a los empleados y empleadas de gobierno, “!apúrense!, ¡apúrense!, divertidos ante la cara de susto y apuración de los burócratas por no quedarse encerrados.

“Luego cuando ya te dejan adentro, se tiene una hasta que saltar la barda con tal de salir de aquí. Esta feo cuando toman.”

Comenta una señora que se identifica como trabajadora de la Secretaría de Finanzas, y que después habla por su celular con su madre a la que le comenta que ya la volvieron a desalojar, que vaya comprando las cosas para la comida.

Afuera tres hombres en un camioneta blanca bajan una fila de folders con documentos y uno de ellos les informa a los otros dos, que no les va a quedar otra que dejárselos al poli de la entrada.

Adentro, son las once de la mañana y ya ha acabado el día laboral para cientos de trabajadores, de los que uno de ellos, apurado porque no le cierren las rejas en la cara comenta que hay semanas tranquilas en las que no hay tomas, pero hay otras en las que se llegan acumular hasta tres tomas por semana.

“Varia, pero siempre es una lata.”

Se le pregunta al burócrata si esto no significa una menor productividad de las funciones de gobierno del propio complejo administrativo.

“Eso es muy difícil de medir. Igual si, ¿pero que se le va a hacer?. Uno no es el que bloquea.”

Se le solicita una entrevista al grupo que está tomando hoy 24 de abril Ciudad Judicial, una señora que esta parada junto a un gran perol que descansa sobre un anafre, en el que se nota que cocinará un caldo –guisado multitudinario, responde.

“No hay nadie que tenga el conocimiento para contestar preguntas. Pero nuestras demandas la pueden ver en nuestras pancartas, ahí están toditas nuestras razones.”

“El campamento Emiliano Zapata merecemos viviendas dignas. SEVI ratas, no queremos más mentiras SEVI ratas.”

“Director Carbonel no seas ratero, de aquí no vamos a movernos, queremos nuestras 50 viviendas. Hasta la victoria siempre. Emiliano Zapata.”

La SEVI en cuestión en realidad es la CEVI (Comisión Estatal de Vivienda) y el Carbonel del letrero es Jorge Carbonel Caballero, su director.

“Nuestra gente no se moverá si no hay una respuesta positiva. SEVI (sic) es una delegación de ratas.”

Era las cosas que se podían leer en otra de las pancartas aclaratorias, mientras la fila parada de burócratas no dejaba de salir y la señora del perol le agregaba epazote al guisado rojizo que empezaba a preparar.

Anunciando así que esta va a ser una tarde muy larga para el campamento Emiliano Zapata.