Los sueños a la orilla de Edson Caballero

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Edson Caballero Trujillo recuerda un Taller de cine experimental impartido por el realizador experimental Jesse Lerner en el 2004, como la primera cosa que lo acercó a lo que hoy es su trabajo y su pasión.

“No tenía ni un peso para inscribirme, una amiga lo estaba tomando, llevaba dos días y lo tenía que dejar. Me dijo, si quieres, tómalo.”

Edson quería ir más allá de la fotografía, la cual para el nacido en la ruda Iztapalapa y residente en Oaxaca desde los 16 años, sirve para fraccionar la monotonía de la vida en sola una imagen, en un momento preciso.

“Nunca fui de tirar muchas fotos, siempre he pensado en hacer una en específico, ocupaba solo treinta rollos para hacer proyectos grandes.”

Gente discriminada, orillados, alejados de la sociedad, locos, apartados. Eran los personajes a los que Caballero buscaba darles una historia y un sentido de vida en su trabajo fotográfico.

Sentido que lo llevó a la obra que concentró ocho años de su vida, y una andana de patadas a su temple y a su compromiso con su propia chamba, Atempa, sueños a la orilla del río.

“Nadie quería ir a San Blas Atempa, contaban que la gente era muy conflictiva. Me decían ten cuidado, tienes tiempo de rajarte.”

Atempa comenzó como un proyecto fotográfico, como un taller para niños que sobre esta materia Edson fue a impartir a aquel lugar, donde lo primero que notó al llegar es que la gente siempre estaba hablando de sus sueños.

Raciel Orozco, quien a la postre se convertiría en uno de los protagonistas de su filme, fue uno de los primeros en recibirlo en Atempa, que en náhuatl quiere decir,” vivir a la orilla del río.”

“En el 2005 vino la vela muxe de las Gacelas. Ahí salió un niño vestido de niña, como pajecita, cantando una canción de Selena. En cuanto lo escuche yo sabía que ahí tenía una película.”

Era Faustino “Tino” Jiménez, hoy Jocelyn, chico convencido de ser chica, de un gusto por los tacones rojos, madre fugitiva y padre buena onda de una casa sin puertas ni ventanas, Edson miró en su historia las posibilidades para un cortometraje, pero al unir a la ecuación al mismo pueblo, cayó en cuenta que el largometraje era inevitable.

“Fue muy difícil, empecé con mis propios recursos, con una gran incertidumbre porque lo que estaba haciendo no era una cosa palpable, era algo que no existía y que tenía que darle vida.”

Después llegó Mayra Desales, una antigua conocida de Edson que resultó que no solo era originaria de San Blas, sino en la que además el realizador cuenta que descubrió a una mujer de espíritu fuerte, echada para adelante e ímpetu guerrero .

“Estuvo muy activa en el conflicto social y campesino que hubo en San Blas en el 2005, donde la cacique Agustina Acevedo se quería quedar con el pueblo.”

Cuenta Caballero quien decidió que tenía las tres historias que harían la película

“También estaba Raciel, con sus conflictos de muxe mayor, problemas con la familia. El hermano más chico que fue expulsado de su casa y de los últimos momentos de vida de su madre.”

“El Istmo no es el paraíso de los homosexuales como se dice.”

Asegura Edson, a quien nunca le han gustado los exotismos paternalistas con palabras como indigenismo, que habla de indígenas bien orgullosos y aún más pobres.

Ya en la grabación episódica de su documental, Caballero se la llegó a ver complicada no solo con el dinero sino con sus propios personajes, que al final eran gente real .

“A veces Raciel ya no quería hablar, o Tino se malviajaba de que todo el tiempo lo estuviera filmando. Se fastidiaba de que yo me metiera en su vida, y lo comprendo, yo luego hasta me quedaba en su casa.”

Edson acompañó a Tino a Veracruz a conocer a su madre, situación que Edson califica como “muy fuerte y particular.”

Hoy, Edson cuenta que Tino ya no se quiere operar (en la cinta habla de un posible cambio de sexo), “creo que más bien fue un rollo de su adolescencia.”

Para Caballero a sus tres protagonistas al final los une la idea de la madre, de su invaluable necesidad, donde Mayra es madre, Raciel pierde a la suya , y Tino la recupera.

Y están las fiestas, con San Blas cubriendo un calendario de 36 fiestas al año, allá los días de muertos los celebran en la semana santa, “adornan las tumbas como si fueran a venir sus difuntos a visitarlos.”

“Atempa también trata de la muerte, de sus códigos, de la urgencia de la lucha social. Y de esa importancia terrenal que se le da al dinero.”

“En el Istmo no puedes ser alguien si no estás bien parado, sino tienes tu terreno, tu casita , tu soporte.”

Reflexiona Edson y cuenta que él Atempa lo dejó más endeudado que un padre de quintillizos, e informa que una buena noticia es que hoy, Raciel ya tiene su terreno y empezara a construir su casa.

Caballero puntualiza, que con Atempa no pretendía realizar algo pragmático y literal, sino llenar la película de símbolos. De una música de muertos, que le quitara a la cinta cualquier afección fiestera y folclorizante.

“Atempa, sueños a la orilla del río”, ganó el premio Cinepolis Click en el Festival de Morelia del 2013, lo cual fue para su director un más que merecido premio a un largo y accidentado periodo de realización, que más o menos se fue solventando con becas PECDA y hartos rezos.

Edson valora mucho la ayuda que recibió de Juan Manuel Santiago y el Café Nuevo Mundo en su apoyo y patrocinio.

“Hay como cineastas que acercarnos a este tipo de empresas y seguro que crecemos juntos.”

Edson mira que debería de haber más apoyo al cine independiente, sin tantas trabas y filtros, donde aclara, que no posee los ochenta mil pesos que hay que pagarle a RTC para comercializar su cinta.

Por lo pronto Edson habla del documental que ha estado filmando al mismo tiempo que Atempa y que inició en el movimiento social del 2006, Juglar de los caminos, seguimiento a Andrés Contreras, cantante de protesta nativo de La Paz, Baja California.

Un soldado arrepentido que en el Chiapas de 1994 se decidió a apoyar los movimientos sociales con su música, y al cual el realizador ha seguido en Oaxaca, Chiapas, Veracruz y el Distrito Federal.

Edson, acostumbrado a procesos largos de producción, espera terminar este trabajo en el 2016, los que hemos podido apreciar la solvencia y precisión de Atempa, también esperamos lo mismo.