¡Mi reino por un litro de gasolina!

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Eric Ortiz, padre de familia y quien desde hace años conduce un cuatro puertas, no se la está pasando muy bien con el actual desabasto de gasolina existente en la ciudad de Oaxaca.

“Estuve dando vueltas hasta la una de la mañana, fui a las dos gasolineras que según todavía tienen combustible, la que esta rumbo a Tlacolula y la que esta rumbo a Huayapan y en las dos había una cola enorme de autos, ya no me quedé”.

Al igual que cientos de oaxaqueños Ortiz informa que su automóvil ya anda con la reserva de tanque, pero que un taxista le ha dado una información que lo mantiene aún tranquilo.

“Me dijo que vaya por la madrugada, que a esas horas no hay carros”.

Comenta Eric, quien ya pactó las dos de la mañana como la hora en la que realizará la expedición por los rumbos de Huayapan o de Tlacolula.

Las gasolineras de la ciudad de Oaxaca se han declarado vacías de combustible, después de dos días de compras de pánico por parte de alarmados automovilistas, responsabilizando de esto al bloqueo que las y los maestros de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación realizan en la planta de PEMEX más cercana a la ciudad de Oaxaca.

Todo como parte de su campaña de boicot a las elecciones federales que se realizaran en Oaxaca este domingo, a las cuales califican como una farsa, mientras sus líderes negocian en la Secretaría de Gobernación en la Ciudad de México, un pliego petitorio que por lo pronto ya vio cumplida la parte referente.

“Son miles los maestros que están tapando PEMEX” afirma Juan Carrasco Díaz, taxista de 72 años, que afirma que notó esto cuando fue a dejar a un maestro a la planta de la empresa, mientras veía como su pasajero se unía a sus compañeros en su plantón en la periferia.

Eric Ortiz, de padres maestros, por su parte afirma que ya espera con ahínco que las elecciones terminen de celebrarse, y que a partir del lunes las cosas empiecen ya a normalizarse.

Sobre el magisterio y su boicot electoral asegura que se guardara su opinión. “Lo que tengan que hacer, lo van a hacer le guste a quien le guste y le cague a quien le cague”.

Por su parte Alfonso López Perales, treintañero y empleado de una outsorcing, relata que no se aprovisiono de combustible porque ayer “las gasolineras la aplicaron horrible, pedían sólo efectivo, y sólo te daban Premium con litros de menos”.

Cuenta que tiene guardado su Tsuru en el garaje de la casa de sus padres.

“Prefiero guardarlo con el poco combustible que tengo para poder salir el fin de semana. Estos pinches maestros no me van a dejar en mi casa un sábado por la noche, faltaba más”.

Se le comenta a Perales que los concesionarios del servicio de autobús urbano anunciaron que con el desabasto de gasolina reducirán en un treinta por ciento las corridas del transporte.

“No hay problema, me hace falta caminar. Trabajo a diez calles de donde vivo. Si salgo a tiempo si llegó. A lo mejor eso es lo que en el fondo quieren los maestros, combatir la obesidad”.

Todos los que los escuchan saben que Alfonso está bromeando, pero nadie ríe. Ni siquiera él.

Por los pronto en la ciudad las calles lucen más ausentes de automóviles que nunca y los embotellamientos son menos.

“¡Mi reino por un litro de gasolina!”, exclama Ortiz a manera de chascarrillo, al igual que con la broma que López hiciera unas horas antes, su gracioso comentario no hace sonreír a nadie.

Mientras tanto han trascendido en redes sociales que el magisterio culpa a los concesionarios de gasolina y al gobierno del desabasto, y que para combatir esto regalaran litros de gasolina al pueblo como lo hicieran hace unos meses.

Horas antes, Juan Carrasco, a bordo de su taxi ha dicho que lo que los maestros se están buscando es una represión brutal que lo calme todo.

Se le comenta que la represión no es la opción, y que esta es complicada de dimensionar en los ánimos de un gremio de casi ochenta mil personas.

Carrasco se la piensa un momento, se disculpa, y culpa de su radicalismo a sus 72 años, recién cumplidos el mes pasado.

“Pues entonces no sé cómo le vamos a hacer.”

No le respondo nada al viejo taxista, pero creo que tal vez nadie lo sepa.