El Papa aprobó hoy la creación de un nuevo tribunal eclesiástico en El Vaticano que se encargará de juzgar por negligencia a los obispos católicos que encubran casos de abusos sexuales contra menores de parte de clérigos.
Según informó el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, Francisco tomó esta decisión durante una reunión que sostuvo con el consejo de nueve cardenales que lo asesoran en el gobierno de la Iglesia universal, que tuvo lugar aquí del lunes 8 hasta este día.
En las sesiones del consejo cardenalicio, también conocido como C-9, el purpurado estadunidense Sean O’Malley presentó una propuesta avanzada por la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores, organismo de asesoría al Papa en temas de prevención a abusos sexuales.
Esa propuesta incluyó cinco puntos que fueron aprobados por Francisco, el cual dio orden para que se asignen los recursos necesarios para que se cumplan.
DECISIÓN INÉDITA
Entre lo aprobado destacó que se asignará a la Congregación para la Doctrina de la Fe la competencia para juzgar los casos de “abuso del cargo” o “negligencia” de parte de los obispos, en lo que respecta a los casos de pederastia clerical.
Además, autorizó el establecimiento de una nueva “sección judicial” dentro de la Doctrina de la Fe que llevará a cabo esos juicios y además absorberá los procesos en curso por delitos de abuso a menores contra sacerdotes de diversas partes del mundo.
Todas estas determinaciones fueron establecidas por un periodo de cinco años en vista de ulteriores desarrollos y para completar una evaluación formal de su eficacia.
Es la primera vez que El Vaticano tendrá un tribunal especial contra la negligencia de los obispos, hasta el momento los casos de mala gestión (no sólo de los casos de abuso, sino también de otras situaciones escandalosas) eran tratados por la Congregación para los Obispos.
En el pasado, la impericia de obispos en diversos países ha profundizado la crisis de los abusos. Un caso emblemático es el de Bernard Francis Law, exarzobispo de Boston (Estados Unidos), quien salió huyendo de su país en 2002 y se refugió en El Vaticano para evitar un proceso por cobertura de abusos.
Siendo arzobispo minimizó las denuncias contra varios sacerdotes y para “acallar” las denuncias de abuso decidió cambiar a los clérigos de parroquia, potenciando así el número de víctimas.