La identidad en juego

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Crecí en Guelatao de Juárez, en la Sierra Norte de Oaxaca, un pueblo famoso no sólo por ser cuna de Benito Juárez, sino también sede de la Copa Anual Benito Juárez, un torneo en el que participan más de 200 equipos de zapotecos, mixes y chinantecos.

A diferencia del México mestizo, donde predomina el futbol, el la Sierra el básquetbol es rey. El deporte fue introducido en los años de 1930 por el gobierno de Lázaro Cárdenas como una forma de atraer al conjunto de la Nación a los históricamente rebeldes pueblos indígenas. El sueño de Cárdenas de una identidad nacional unificada no prendió en la Sierra, largamente aislada y empobrecida, pero el básquetbol pronto se incorporó a las tradiciones más significativas de la región, y a la propia identidad indígena.

Como muchos paisanos, crecí admirando a los jugadores estrella de mi pueblo y de otros, ahorraba para comprarme tenis de básquet y pasaba mi tiempo libre en la cancha, la cual, siendo uno de los pocos espacios planos en las cerriles comunidades de la Sierra, sirve no sólo para jugar sino como espacio de reunión pública.

Esta serie explora cómo el básquetbol refuerza la identidad indígena. Los torneos son el evento central de la fiesta anual de la comunidad, el más importante acontecimiento en la vida serrana. En años pasados, los migrantes regresaban de Estados Unidos para los torneos en sus pueblos; ahora, con los cambios en la política migratoria de Estados Unidos, ya sólo mandan dinero para financiar los trofeos, los toros de sacrificio, los juegos pirotécnicos y las bandas que tocan en los bailes masivos, cuando se leen en público los nombres de los patrocinadores.