La ida y vuelta en el vértice de Jordi Prats

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Jordi Prats empezó a los 16 años en su natal Cuernavaca, como escenógrafo y técnico de luces de una compañía teatral, hoy gusta de pintar murales, involucrarse en el arte urbano y mover la expresión artística de las galerías y meterla a la calle.

“El arte urbano nutre porque comparte y comunica ideas, todo ya alguien más lo hizo, nada más lo vas a repetir. Te da una gran libertad creativa que a la hora de regresar al caballete, al grabado o a técnicas más convencionales, te permite irte más rápido técnica y creativamente.”

Para Prats el arte no debe ser una pieza maestra, pues en realidad este nunca se termina, solo que llega un momento en el que debes firmar la obra.

El artista conserva al dibujo como forma primaria, haciendo grafiti, muralismo como esténcil, óleo y regresa de vez en cuando a esa larga etapa en la hizo mucha acuarela. Hoy cuenta que está reviviendo su afición por el grabado, produciendo en estos meses 300 copias de unos 29 grabados diferentes, con series de no más de diez componentes.

En la primera carrera de artes plástica del estado de Morelos, Prats fue el cuarto desertor, decidiéndose a irse a vivir a Oaxaca a aprender técnicas litográficas, donde se quedó cinco años.

“Me vine a chambear con mi hermano arquitecto que al final no me dio trabajo. Tuve que estar de barman en el Titos un mes y medio para sobrevivir.”

Jordi recuerda que, el principio Oaxaca era todo magia, colores, luces y lenguas, y que cuando se fue de ella fue cuando su trabajo plástico realmente empezó a fluir.

Ilustro Sueños de Infancia, un poemario de Alonso Aguilar Orihuela (hoy secretario de cultura de Oaxaca)

Prats menciona entonces que existe un proceso kafkiano en todos nosotros, y siempre ha sido objeto de una especie de madurez tardía, la cual probablemente termino por llevarlo al servicio público cultural.

Comenzando como coordinador de la Feria del Libro de Morelos, trabajando en algún momento en la administración del Centro de la Artes de San Agustín (CASA) y en la Coordinación Estatal del Fondo Regional de las Artes, en Cuernavaca.

Donde trabajó con la promoción y enseñanza de talleres y actividades comunitarias en una colonia marginal de alto riesgo de la ciudad, un anillo de pobreza de doce mil paracaidistas que se quedaron atrapados en medio del dinero de las colonias ricas de la eterna primavera de Cuernavaca.

Ahí realizó un documental en colaboración con CONACULTA, impartiendo 260 talleres de dibujo, pintura e iniciación artística en poco menos de un año.

“Yo traía el sueño de que el sistema se podía cambiar desde dentro del sistema, después me di cuenta de que no.”

Comenta Prats, quien terminó renunciando al servicio público y hoy se declara convencido de que solo quiere vivir de las artes plásticas.

“Entre más se estructura un gobierno en atender una mistración, el dinero se tarda más en ser productivo para la población.”

Refiere sobre los casos de convocatorias cuyas becas de producción cultural que nunca llegan, o si llegan solo es para sufragar las deudas que dejó su demora.

“Mientras más se apegan a los papeles, menos creatividad hay, pero mientras más libertad mal puesta hay, se desata más la corrupción. Tiene que haber equilibrio entre ambas cosas.”

Prats apunta a que un funcionario cultural tiene que ser responsable y no solo pedir disculpas, comentando que la gran mayoría de los que llegan a un puesto de administración cultural no cuentan con una formación profesional en el área, o si la tienen, no poseen la experiencia del artista.

“No comprenden cómo funciona la creatividad. Si vas a comprar los materiales vas a comprar los materiales que son.

“No basta un contador (en Oaxaca lo sabemos de sobra), tu persona de recursos materiales tiene que conocer de todas la artes.”

Jordi plantea que, a la cultura no se le da un respeto desde el punto de vista, no solo de los estados, sino de la administración federal en general.

”Las secretarías de cultura se convierten en cajas chicas de los gobernadores, con lo que empiezan los problemas administrativos y los retrasos en los pagos de fondos federales que son dineros etiquetados, que están en cuentas arriba, pero que necesitan de una cuenta abajo para poder pagar.”

“La cual pasa a otra cuenta y luego lo mueven para pagar otras cosas, y después tienen que reponer ese dinero, y ahí es donde todo se tuerce.”

Se le pregunta al entrevistado, cuál es su opinión de que el exmundialista Cuauhtémoc Blanco sea el nuevo alcalde de la ciudad donde vive.

Prats lo define como un voto de ignorancia y de castigo para la clase política, considera que es probable que el nuevo edil de barrio bravo, permita la inclusión de formas más creativas en su manera de gobernar, ya que no está bajo la subordinación de un partido político y del nombre del que lo candidateo para su nuevo puesto, nunca se lo aprendió.

Para entender por qué la gente en Cuernavaca votó por un futbolista, Jordi cita el caso del actual gobernador de Morelos, Graco Ramírez quien dijo que si no terminaba con la inseguridad en el estado en un plazo de 18 meses, haría un referéndum ciudadano, y que si este marcaba que se tenía que ir, se iba.

Al final ni hizo nada, ni convocó a nadie, ni muchos menos se fue, y Morelos continúa con índices de criminalidad e inseguridad que ya se pasaron de alarmantes.

Prats, iniciador de la Red por la Paz y la Justicia, liderada por Javier Sicilia, dice que es “en el pago político de la ganancia donde va el futuro de una municipio y de un país.”

“El subejercicio del presupuesto esta grueso. El año pasado el cuarenta por ciento del presupuesto no se ejerció, porque los funcionarios que tenemos en el poder no saben trabajar.”

Platica que, ha realizado un mural en Politécnico Nacional con la imagen de una niña zapatista con el número 43 en la espalda. Considera que el arte combativo surgido de Ayotzinapa está en su auge.

“Ayotzinapa va a llegar hasta el punto artístico que detone la vida misma, ya es como el 68. Va a haber gente pintando y haciendo arte de Ayotzinapa en veinte o cincuenta años.”

Sobre el arte de Morelos y Oaxaca, considera que el segundo es un arte que “está muy sobrado, se produce libremente, lo cual está muy bien.”

“El arte en Cuernavaca está muy seco, hace falta más libertad de expresión, más confianza de los artistas para liberar lo que quieren decir.”

“Hacen falta muchos más talleres. Considero que mi trabajo es más valorado en Oaxaca, más respetado, hay más comunicación.”

“Llegó a un tope en Cuernavaca donde ya no puedo crecer, así que me voy a Oaxaca donde aprendo, absorbo, y regresó a mi estado y a mi ciudad a compartir el conocimiento que me da ese crecimiento.”

Jordi asegura que, no puede ni quiere dejar de ser el morelense que es.

“Un día en Oaxaca alguien me dijo, pues porque no te regresas a tu tierra y haces allá lo que tanto dices aquí, nada más hablas y hablas. Eso me dolió, me curtió y me hizo regresar a Cuernavaca a tratar de hacerlo.”

“Luego entendí que no hay que hacerles tanto caso a las personas que te hieren el orgullo. Hay que dejarlos pasar y ya.”

Prats ríe mientras se fuma un cigarrillo. Sabe que, como dice una clásica canción de Frank Sinatra, la vida es una canción a la que siempre hay que estarle cambiando la melodía.