El alto costo de los fármacos y el creciente movimiento antivacunas son dos problemáticas que hoy día ponen en riesgo la salud de la población mundial, señalaron expertos en el tema.
En particular, en México existe incapacidad de las autoridades de salud para dotar de los medicamentos mínimos necesarios a la población, además de que los procesos de vacunación no siempre siguen los cuidados necesarios.
Misael Uribe, de la Fundación Mexicana para la Salud, refirió que hay al menos 10 medicamentos para combatir enfermedades crónico-degenerativas cuyo tratamiento anual cuesta más de 200 mil dólares. Hoy o te vas a la quiebra por comprar estos productos o mueres, porque no puedes adquirirlos.
Durante el Encuentro de pensadores para crear la carta de las obligaciones del ser humano, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la sección mexicana de World Future Society, el especialista indicó que uno de esos fármacos es el Soliris, cuyo tratamiento alcanza un costo superior a 350 mil dólares anuales y la empresa que lo fabrica obtiene ganancias por casi 300 millones de dólares al año.
Insta a las autoridades a desarrollar política
En su opinión, es obligatorio para las autoridades nacionales desarrollar una política para disminuir los costos de medicamentos. En el país, 73 por ciento del gasto nacional en fármacos proviene del bolsillo de las personas; además, más de 50 por ciento del dinero que las familias destinan a salud es para la compra de medicinas, y ese porcentaje es aún más alto en los hogares más pobres.
Estamos en el peor de los escenarios: somos un país con poco ahorro, mucho desabasto, corrupción e incompetencia. Es urgente una política de desarrollo de medicinas para todos.
El valor de mercado de medicamentos en México es de 186 mil millones de pesos. De ese total, el sector privado paga 134 mil millones de pesos, 72 por ciento, y el público 52 mil 590 millones, 28 por ciento, refirió.
La crisis del sistema en este sentido se refleja en que una de cada 10 recetas en el Instituto Mexciano del Seguro Social (10 por ciento) no se surte; en el Instituto de Seguridad y Servicios sociales de los Trabajadores del Estado es 25 por ciento, y en las secretarías de salud de los estados, 23 por ciento.
Señaló que en India, por ejemplo, se ha apostado al desarrollo de productos genéricos de calidad por medio de una alianza entre los sectores académico, empresarial y gubernamental.
Ese país desarrolla desde hace 20 años su industria de productos genéricos, y vende a todo el mundo, incluso a China.
India, resaltó, vende 8 por ciento del volumen de fármacos del mundo a uno por ciento del costo de los productos originales, es decir, ocho veces más barato de lo que cuestan en el resto del orbe.
Esta industria ha generado que esa nación exporte 4 billones de dólares de esos productos, emplea 5 millones de trabajadores directos y 24 millones indirectos; los empresarios han invertido 1.2 billones de dólares y 10 mil estudiantes de todas las universidades indias desarrollan tesis de licenciatura, maestría y doctorado en ciencias farmacéuticas.
Se trata del país más independiente en ese ámbito del planeta, incluso que Estados Unidos. Propuso seguir su ejemplo para que se incorpore a la carta de las obligaciones del ser humano, que se redactará a partir de los planteamientos presentados en el encuentro y que se pretende entregar a la Organización de Naciones Unidas.
Samuel Ponce de León, jefe de investigación de la Facultad de Medicina de la UNAM, advirtió que a escala global el movimiento antivacunas está creciendo debido a que en 1998 un artículo que apareció en The Lancet habló de una posible relación entre la administración de la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) y el desarrollo de autismo.
No usar esos productos es un riesgo para la salud de la humanidad ante alguna epidemia. El movimiento antivacunas ha ocasionado la reaparición del sarampión en Europa y Estados Unidos, por ejemplo.
Una decisión individual repercute en la sociedad
“Esas decisiones individuales o familiares tienen repercusión en la salud pública y nos replantean la necesidad de reforzar la obligatoriedad de la inoculación. Las políticas de vacunación deben ser prerrogativa del Estado (…) La decisión de una madre de no aplicarla a su hijo puede ser motivo de la muerte de los hijos de sus vecinos y de los propios”. alertó.
Dijo que en casos extraordinarios la inoculación puede generar reacciones inesperadas o una alergia, pero esto se debe a descuidos en la aplicación. Debe estimularse la vacunación universal, con premios antes que penalizar, aunque es una responsabilidad de todos. El Estado debe garantizar la máxima seguridad del proceso e invertir los recursos necesarios.
David Kershenobich, catedrático de la UNAM y emérito del Sistema Nacional de Investigadores, propuso el diseño de estrategias más intensas de investigación e innovación en países menos desarrollados y realizar esfuerzos conjuntos entre la industria farmacéutica y los gobiernos para aplicar medidas preventivas con el fin de lograr el acceso a medicamentos innovadores.