El Abueleitor y el urgente retiro

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Ya no hay mucho Terminator en Terminator Génesis (EUA,2015), quinta entrega de una franquicia veraniega algunas vez encomiable, que hoy se vuelve ejemplo de cómo fastidiar un clásico en pos de bolsas millonarias, que no terminan de solventarse.

Arnold Schwarzenegger regresa en su papel de cyborg enchamarrado, con la novedad de que ahora sus metadatos están tan desarrollados que es capaz de hablar teórica y matemáticamente como un Albert Einstein con anabólicos, al mismo tiempo que reparte tortazos cual Hulk Hogan salido del retiro.

“Viejo, pero obsoleto”. Dice el robot cabecita blanca, pero esto no se ve cristalizado en una historia que juega a una especie de Volver al Futuro en el apocalipsis cibernético, con pobres y desganadas parábolas temporales, en donde el guión se da a la tarea de emular en tiempo y estilo a las dos primeras partes de la saga, pero a años luz del ingenio y talento desplegado por su creador, el “rey del mundo”, James Cameron.

Alan Taylor, el director de esta nueva entrega, empezó su carrera con comedias encomiables, que buscaban cierta profundidad y en el camino lograban trascendencia (Palokaville, Las nuevas ropas del emperador) pero hoy esta reducido a encargado de trámites y entuertos de franquicias de acción (Thor, mundo oscuro) de las que con este nuevo Terminator, demuestra que difícilmente saldrá.

La historia resucita a la rudísima Sarah Connor, en la piel de la diminuta guardiana de dragones Emilia Clarke, quien no es tan dura como la Linda Hamilton original, pero si por lo menos mas empática (y más guapa).

Jai Courtney va como Kyle Reese, y aunque no alcanza la presencia y el empuje del Michael Biehn original, si por lo menos se defiende.

Los dos pueden ser el componente más rescatable de una cinta que se termina anquilosando en sus homenajes y sus fusiles, que demuestra que al final el cine no es cosa de medios, sino de visión, pues a pesar de haber sido hecha en tiempos de modernos, carísimos e imperceptibles efectos especiales, no logra emular un ápice a aquella pieza que se desgañita por calcar, el original Terminator, de Cameron, de 1984.

Este Génesis no hace renacer nada, solo lo entierra, ni aunque ahora el Terminator sea el caudillo John Connor y las respuestas dejen lugar a más preguntas, que a este paso, a nadie ya le va a interesar que sean respondidas.