910 razones para seguirle dando

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Xavier Scherenberg, Vicente Mesinas, Siegrid Wiese, Rosendo Vega, Gabriel Castellanos y Nicias Aridjis estaban una noche de septiembre de 2001, preguntándose como se llamaría el taller de trabajo, que finalmente habían podido conjuntar en un colectivo.

Las propuestas de nombres entre los pintores y artistas eran variadas en cuanto inventiva, pero ninguno lograba un consenso. Hasta que alguien recordó que en Francia existen varios talleres de artistas donde solo se limitaron a ponerle el número del lugar.

Los seis salieron del edificio, ubicado en la céntrica calle de Porfirio Díaz y se encontraron con esa cifra que marcaria su época y sus vidas: 910. La cual cuatro años después se convertiría en una galería.

“En Oaxaca ya las galerías tenían a ciertos artistas y un mercado al que le daban prioridad. A nosotros nos pedían obra y de repente nos dejaban por ahí, si es que nos colgaban”.

“O nos dejaban en espera y nos usaban para rellenar en lo que llegaba su mero (pintor) macizo”.

Recuerda Scherenberg, quien junto con Mesinas, diseñador y editor Mario Lugos, es uno de los tres responsables actuales de la Galería 910. Por su parte Mesinas apunta a que el paso de taller a galería fue una cuestión orgánica.

“Llegó un momento en el que el taller ya teníamos mucha obra de los seis integrantes. Así que nos dimos cuenta, que el siguiente paso no era nada más tener los cuadros y regalarlos. Sino que ya habíamos llegado a esa parte del ciclo que apunta ya hacia el intercambio y la venta”.

Pero antes hay que remontarse al principio, a esos meses finales del 2000, donde los oaxaqueños Scherenberg, Mesinas, Wiese, Castellanos y Vega conocieron a través de algunos cursos del Taller Rufino Tamayo a un pintor de vasta experiencia, que traía muy claro que si quieres vivir de lo que pintas, más te vale no abandonarte a la contemplación, Nicias Aridjis.

“El es de Michoacán y traía una dinámica diferente. Había vivido muchos años en Ciudad Juárez y traía con él una visión de siempre estar mirando hacia adelante”.

Comenta Vicente sobre Nicias, quien hoy vive en San Miguel de Allende, donde continúa con su labor artística y de promoción cultural.

A través de Aridjis se conjuntó este grupo de pintores (entonces principiantes) deseosos de intercambiar conocimientos y técnicas, encontrando en el Taller 910 un lugar para trabajar y continuar evolucionando.

La galería se abrió en el 2005 ocupando el interior 3 del edificio ubicado en Macedonio Alcalá 305, extendiéndose más tarde al interior 4.

“Al principio no había un personal que atendiera, sino que entre los seis nos turnábamos para cuidar la galería. Poco a poco fuimos creciendo, nos ayudó el que ya de entrada nos conocían como taller”.

Comenta Scherenberg, a lo que Mesinas sostiene que hoy en día la 910 sigue estando presente como colectivo.

“Seguimos lo que iniciamos, con compañeros invitados”.

Scherenberg afirma, que la labor de vender arte siempre es un tema complicado, aunque algunos lo vean muy fácil

“Como pintor está la disyuntiva de si te dedicas a trabajar o a buscar clientes. A mí se me hace muy complicada la cuestión de las ventas. Soy muy sangre de atole, luego luego bajo el precio”.

Mesinas observa que el ciclo de la venta tiene su chiste, que un arte es hacerlo, y que otro muy diferente es venderlo.

“En Oaxaca somos afortunados por el renombre de maestros como Toledo, Tamayo y Morales. Que de cierta manera abrieron una brecha y establecieron un camino”.

Observa el pintor y galerista, agregando que Oaxaca era antes un mercado en el que los grandes coleccionistas o dealers de arte venían a comprar obra.

“A raíz del 2006 eso decayó. Además a eso súmale que hoy a nivel nacional e internacional la situación económica es densa, y arte no es un producto que sea de primera necesidad”.

Por su lado Xavier agradece y reconoce la labor de venta de Nuri Urbano al frente de galería y recalca que hoy la cuestión tecnológica también ha influido bastante en la economía de los mercados de arte.

“Esta el comercio electrónico, antes para buscar un espacio para exponer casi tenías que hincarte y pedir favores. Hoy puedes crearte un blog o una página de facebook”.

Señala que hoy muchos compradores prefieren googlear al artista antes que buscarlo en una galería.

“Y no vas a pedir un porcentaje por eso, aquí cada quien se hace el muerto como puede”.

Vicente Mesinas asegura, que ante todo la tirada del 910 sigue siendo el mostrar los trabajos de los pintores que integran el colectivo.

Sobre que hace el arte en un escenario económico deprimido como el actual, los dos entrevistados están de acuerdo en que no saben la fórmula para esas cosas, pues si la supieran ya la habrían puesto en práctica.

“Lo importante es seguir trabajando y produciendo. Al final la pintura es parte de uno, y tener un espacio es aferrarse a él. Ha estado difícil pero esto es lo que nos gusta hacer”.

Scherenberg asegura, que con años en el medio uno ya va “agarrando cayo e intuición para decir esto funciona y esto no funciona”.

“A veces hay piezas muy buenas que no se van por nada. Pero es la chamba lo único que nos puede mantener en el futuro”.

“Cuando iniciamos yo era un chamaco feliz y con mucha inocencia, quince años después no queda más que seguir taloneándole”.

Hoy la Galería 910 está a punto de cumplir diez años abierta, por lo que sus administradores proponen que hay planes de sacar un catálogo con lo más representativo de su existencia (además de los consabidos festejos).

Autosustentables desde su inicio, con gestos de quien sabe que no hay más días para trabajar que aquel en el que amaneces, los dos representantes de la 910 miran hacia atrás y caen en cuenta de que el recorrido ha sido largo, pero que es precisamente la extensión del camino lo que los mantiene en movimiento.

“Con quince años de picar piedra, ya pasamos la prueba del ácido”.