“Reportero sufre ataque al corazón por un rumor pitero”
Hubiera sido un perfecto epitafio de lo que me pasó en el momento en el que a mi celular llegó un mensaje que describía el caso de unos maestros disidentes de la sección 22 que supuestamente denunciaban a sus propios compañeros, acusándolos de amenazarlos para no hacer público que les había sido solicitado, para la megamarcha celebrada este viernes, el llevar palos, piedras y bombas molotov.
En perspectiva el rumor suena a todas luces ridículo, pero el mensaje estaba escrito con un tempo narrativo algo envidiable, apantallador (sobre todo para un reportero principiante que no ha recibido muchos rumores en su celular) donde describían que los maestros en cuestión darían una conferencia en el IEEPO con la PFP custodiándolos, “porque ahí se sentían más seguros”.
Completando la charada con un posterior mensaje donde un maestro que supuestamente se identificaba como Misael Carrillo hablaba de que habían sido amenazados de muerte por otros profesores, razón por la que cancelaban la conferencia, pero que no impedía que dieran los números de celular de quienes supuestamente los amenazaron.
Todo este supuesto desató en mí la noción repentina de que hoy en Oaxaca se desataría la madre de todas las batallas, que la Gendarmería Nacional tendría en las hipotéticas bombas molotov la razón ideal para partir el movimiento a garrotazo limpio, que habría muertos, heridos, sangre, que de los helicópteros bajarían cientos de policías con bayoneta calada.
Que el estado policial en Oaxaca se extendería a una ley marcial que vendría a terminar de golpe y toletazo con esa calma chicha que aun todavía (sobre todo tomando en cuenta el estado cero de otras ciudades del país) se mantiene en la llamada verde Antequera.
Si me atrevo a contar esta historia de mi propio ridículo y mi ausencia de una mínima reflexión, es porque creo que mi colapso por el que a punto estuve de acabar en el hospital, no es gratuito.
Una amiga, cuyos padres estuvieron participando activamente en la revuelta social del 2006, reconoció en el rumor que me enviaron, las mismas clases de amenazas donde los nombres de sus padres habían sido boletinados en un mensaje de odio, donde misteriosas fuerzas habrían sido convocadas a ir por ellos a direcciones y números telefónicos falsos.
Las tácticas del miedo y el terror empiezan a permear en una Oaxaca trasnochada con la presión psicológica que cualquier oaxaqueño puede sentir con las dos o tres valquirias que cinco o seis helicópteros policiacos y militares se recetan diariamente sobre nuestras cabezas y miradas.
Que me hacen pensar que desde allá arriba nuestra ciudad debe lucir como una bucólica villa vietnamita de película gringa, presta a ser hecha polvo con tan solo una orden de radio.
Con gendarmes en todos lados y a toda hora, viéndote desafiantes si no accedes a darles el paso en una banqueta estrecha de una sola circulación, si no les pasas una bolsa para comprar su Gatorade, o comprando artesanías en una megamarcha en la que probablemente tienen la orden de emplear el máximo prejuicio contra aquellos que le están vendiendo, o contra los que no entiendan que si el gobierno te dice que todo está bien, es porque ahí está la policía para que lo sigas creyendo.
Oaxaca hoy es un estado policiaco, y lo seguirá siendo hasta que el último maestro o ciudadano tenga el suficiente miedo en el cuerpo como para que no le queden ganas de marchar a ningún lado.
La expropiación que del IEEPO hiciera el gobierno de Peña Nieto no ha sido la táctica rápida y expedita que se calculó para desmantelar a la 22 desde su mismísima alma revolucionaria.
Si bien la sección ya no confronta a nadie, porque frente a un estado policiaco es imposible y suicida el tan solo pensar que se puede hacer, sus megamarchas siguen convocando a las mismas treinta mil personas de siempre (aun sin lista de puntos de por medio)con el gobierno federal con índices de aprobación que no conocen otra cuesta que no sea la que se puede ver claramente hasta allá abajo.
Aun con la campaña de policías haciendo tequio en las escuelas (“hasta que los pusieron a hacer algo, ahí de sin quehacer nada más se estaban poniendo más orates”, diría un amigo) al oaxaqueño promedio sigue sin convencerlo esa idea de que necesitamos de ver en nuestras avenidas camionetas policiales con fuego amartillado, para vivir mejor.
Aunque encantados están los empresarios, quienes con la presencia de tanto policía federal por fin sienten que la Federación les ha hecho justicia, con la obtención de pingües negocios y ganancias cuadriplicadas.
Basta citar el testimonio de ciudadanos que vieron a mandos policiacos comprando en los grandes almacenes mayoristas de la ciudad, todo tipo de enseres (agua, comestibles, papel de baño) que hacen pensar que los polis se están pertrechando para cualquier cosa que pudiera ofrecerse.
Mientras tanto en el IEEPO siguen saliendo más aviadores que los que hay en un aeropuerto internacional , maestros , maestras , burócratas, taxistas, periodistas, comerciantes , funcionarios , diputados locales y federales , todos tenían en el Instituto a su gallina de los Huevos de Oro.
Lo cual significa que si bien el instituto fue el aparato de control y económico del magisterio , también es cierto que el poder social, económico y político de Oaxaca hizo del lugar su caja chica, grande y su patio de recreo.
Es decir que si los poderes facticos de este estado, negociaron, solaparon y toleraron las tácticas de presión de la 22 durante más de veinte años, es porque al final se habían ido a “michas” en eso del botín.
Finalmente, y como perfecto epilogo del actual estado de las cosas en Oaxaca , su congreso local, cuyas diputadas y diputados llevan más de cuatro semanas sin sesionar nada , con el pretexto de que no se pueden poner de acuerdo, acaban de mandar una invitación a la prensa por correo electrónico para asistir hoy a la a la Sesión Ordinaria, que se llevará a cabo “este día jueves 14 de agosto, programada a las 18:00 horas en el Salón de Plenos”.
El detalle es que hoy viernes 14 de agosto, y el correo fue enviado a las 05:07 de la tarde.
Esas son ganas de no dar explicaciones, en un lugar, Oaxaca, donde el madruguete es ya una cuestión sagrada.
