Guelaguetza 2015, turismo sobre identidad

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Un representante de la delegación de Santos Reyes Nopala ofrece tepache a todo reportero o fotógrafo que pasa por donde esta su comitiva, no acepta entrevista pero cuando se le pregunta si sabe de las ganancias que sus bailes le dejaran al gobierno del estado, sobre cuanto tuvo que desembolsar personalmente en su vestuario para llegar aquí, o si la etapa previa de calificaciones y ensayos fue complicada, el hombre mira con una sonrisa y dice que nada de eso ya le importa.

Que lo que cuenta es que esta aquí (en la Guelaguetza 2015) para representar a su comunidad, a su identidad, que eso se “siente chingón y que lo demás ya es ganancia”.

Al hombre se le nota genuinamente emocionado, expectante. Poco o nada que ver con el gobernador Gabino Cué Monteagudo, quien ha arribado unos minutos antes acompañado de su esposa Mane Sánchez Cámara, el Secretario de Turismo y Desarrollo Económico, José Zorrilla, la ex miss universo, Lupita Jones, y la actual Miss Mundo Rolene Strauss, con cara de que no quiere estar ahí.

Apenas se ha detenido a tomarse la foto del recuerdo para la prensa y ha subido bajo una cadena humana protectora, a la zona B con toda su comitiva sin dar declaración alguna, con la parsimonia de quien va a una fiesta de gente que en el fondo no le cae bien.

A un 97 por ciento y sin grandes cambios se llevó a cabo la primera función de la Guelaguetza 2015, precedida de un decomiso masivo de aguas, frikos, raspados, refrescos y sombrillas entre el público asistente, bajo el argumento de que todos estos elementos están prohibidos en el manual de protección civil.

Aunque los mas suspicaces adjudicaron la acción al hecho de que con las nuevas y flamantes sillas del auditorio, el negocio de la venta de cojines se hizo humo, razón por la que el consumo exclusivo de los paquetes que se venden al interior del auditorio y que incluían tu torta de quesillo con frijol con tu coca en Guetzalindro, todo bajo la friolera de 75 pesos, tuvo que verse forzado.

En el escenario ya llegaron la chirimía, los monos de calenda, la banda de música, las chinas oaxaqueñas, todos formando una estampa de folclor de avorazada festividad.

El público se prende y corea con las palmas. Siguen los sones mixes y su ceremonia del tepache, quienes se identifica de entrada como “los jamás vencidos, los jamás conquistados”, representantes de las ochenta comunidades que viven abajo el cerro del Zempoaltépetl.

Se disemina la alegría y el misticismo de sus pasos, con las mujeres portando esa blusa típica que la diseñadora francesa Isabel Marant, tuvo a bien plagiar este año para su colección primavera verano.

Cargan flores con los mecates en la frente, hacendosos ofrecen ofrendas en símbolo de fraternidad y le envían a la audiencia un “muy cordial saludo desde Santa María Tlahuitoltepec”.

Cinco minutos antes sus dos representantes han aclarado que los mixes viven en “resistencia ante el intento de manipulación de otras culturas”.

Mientras, el chico de otra delegación próxima a mostrarse identifica los pasos dobles del bailable y se ha tomado el mezcal de un vasito que al final por el ansia o los nervios, se ha devorado a mordidas.

Llega la primera arrojada de la tarde de Guelaguetza (el convite que traen las delegaciones en paquetes cerrados) y la cosa adquiere tintes épicos.

El público pierde el estilo, se avienta, se empuja, se hace sombra y se avasalla entre si, por quedarse con su bolsita hasta el punto en que una señora de no menos de 70 años con acento de Wisconsin ya se quejó de que le están pisando los callos.

“Pa que agarre callo, señora” le responden a la quejosa.

Un chico de camisa azul de la delegación de San Jerónimo Tecóatl trae cargando en el antebrazo un guajolote que mueve el pescuezo al ritmo del son mazateco. Es la ofrenda de un bautizo, pero su animo fiestero no parece haberse dado por enterado.

Adornado con flores de cempasúchil, el animal anda en un registro de que el es el rey, no el regalo.

La gendarmería nacional, la policía auxiliar bancaria y la Agencia Estatal de Investigaciones resguardan sin mayor contingencia el recinto. Se cuenta que tres policías federales se les ha visto muy campechanos tomándose sus selfies del recuerdo en la zona D.

Lo mismo que las chicas y chicos de las delegaciones que en lado A esperan su turno, casi todos con rostro adolescente, sonriendo contentos y con un gran sentido de la pose y del baile

“Tenemos las manos vacías pero conservamos nuestra esencia. Quisieron acabarnos pero nunca pudieron. Olvidaron que somos raíz”.

Declara la delegación de San Melchor Betaza, con su sombrero negro y su vestimenta blanca. Se asumen como “herederos del Gigante Zapoteca” y “pueblos que no son parte del espectáculo”.

“Nosotros somos la celebración”, gritan con furia, mientras una pareja de estadounidenses de mediana edad miran un folleto de la Secretaría de Cultura con una china oaxaqueña en la caratula que dice.

“A colorful and traditional fiesta”.

“Juchiteca de la flor, dueña de mi arrullo. Así quiere la linda tehuana con su ternura tan virginal”.

Dice la canción de San Blas Atempa con una carga sexista que prueba que eso del matriarcado en el Istmo es un mito.

“Chaparra, nada mas haz foco”, le dice un camarógrafo de las decenas que pululan por el auditorio a su asistenta, quien se limita a cumplir la orden con su lente con los jarabes y sones de Tlaxiaco, cuya delegación ha comenzado al ritmo de la sempiterna Canción Mixteca.

El discurso regionalista y místico nuevamente hace arrojo cuando los dos representantes de la delegación afirman en el micrófono que son privilegiados por haber nacido en la tierra de “las figuras mágicas de la montaña”.

Con su ropa étnica limpia, aséptica, sin queja y sin mancha para el ojo turístico.

“Que bueno que esta nublado, porque si no con esa sillas a la gente se les iba a tostar el occipucio”.

Comenta un colega reportero sobre las sillas nuevas de la STyDE, aunque occipucio es en realidad la parte posterior de la cabeza por la que esta se une con las vértebras del cuello, mi colega se refiere al trasero.

Dice que el año pasado había mas gente que se arremolinaba en los pasillos y que la relativa baja en la audiencia de este año puede deberse a que la gente le tuvo miedo al arribo a Oaxaca de la Gendarmería Nacional.

Llega la tonada conocida por todos, aparece la danza de la pluma con sus danzantes con penachos a medio circulo y su coreografía inventada por monjes dominicos e indígenas conquistados.

San Bartolo Coyotepec es la delegación que la baila finalizando con un baile de una princesa indígena y otra princesa virreinal, donde la idea central es la realeza como sea.

Pasa Santo Domingo Tehuantepec con los Cocos, la Zandunga y la quemazón de los toritos. Seguidos por un baile donde un pez vela es casado por las redes de pescadores que lo necesitan.

A falta de la celebridades Televisa de antaño, (Verónica Castro, Chabelo) se puede ver a Juanito de Iztapalapa con su cinto tricolor en la cabeza repartiendo autógrafos, fotos y tarjetas.

En uno de los palcos, la entrevista al secretario Zorrilla se ha visto interrumpida por un camarógrafo que se ha desmayado y convulsionado ante la sorpresa del titular de la STyDE y el conductor Mario Carballido.

Se levanta la imagen de San Sebastián Mártir para después hacer blanco con las divertidas chilenas de Santiago Jamiltepec.

“Si no quieres que me muera güera, ¿por que no me las aflojas?”.

Aunque se extraña la jiribilla de la delegación de Pinotepa, siempre dispuesta a llamar a las cosas por su altisonante nombre.

“La friega fue inclemente pero Tuxtepec esta presente”.

Llega la Flor de piña y el público estalla ante la coreografía exacta y geométrica de un baile sin el que la Guelaguetza no podría ser tal.

Finalmente Santos Reyes Nopala hace arribo con su boda chatina, en la cual “el hombre entra en edad de sentar cabeza” por lo que comparte comida y bebida y sale al patio a echarse una chilena con la novia que ha escogido y romper el baile.

Al final los dos terminaran “borrachos” ante una audiencia que aclama sus tropiezos y sus ganas de caerse.

“Traigo la vida en un hilo por amar a una casada, pero su esposo no me dicho nada. No se si me tendrá miedo, o me la tendrá guardada”.

Sola de Vega y su arrincónamela para arriba, arrincónamela para abajo, concluye la festividad mientras dos mujeres asiáticas alzan las manos en señal de derrota pues de los regalos de Guelaguetza arrojados, no han alcanzado a cachar ninguno.

Se le pregunta a la gente que empieza a salir si les ha gustado el espectáculo, los mas emperifollados y principiantes se quejan del calor y agradecen que les hayan regalado un sombrero y un abanico al entrar.

Los más experimentados dicen que esta ha sido la Guelaguetza inaugural mas aburrida en años, pues no ha habido variedad en los bailables presentados, y el indispensable jarabe mixteco brilló por su ausencia.

Un turista resume el sentimiento, “yo me siento muy bien, pero mi carro no se. Lo deje allá abajo”.

El descenso del Cerro del Fortín es el tramite que viene.

FOTO: ERVING AMBROSIO MARTÍNEZ